Cultura

Juanjo Sáez reedita "El arte. Conversaciones con mi madre" porque se lo debía



    Madrid, 15 sep (EFE).- Diez años después de decirle "te quiero" a su madre con la publicación de su mayor éxito, "El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre", Juanjo Sáez reedita esta obra gráfica ampliada, no modificada, porque se lo "debía" y porque, como cuenta a Efe, después de su muerte necesitaba desquitarse.

    Y tras una década asimilando esta ausencia, ha llegado el momento de "quererse" y de decirlo públicamente de la mano de Astiberri, la editorial encargada de la reedición ampliada de este manual doméstico para disfrutar, que no entender, el mundo del arte.

    "Cuando te pasan tragedias así y pierdes a la familia, porque también perdí a mi padre al año siguiente, con el tiempo te debes a ti mismo y necesitas desquitarte -cuenta Sáez- Y ahora pensé que había llegado mi momento porque reeditar el libro antes hubiera tenido una coartada como comercial, exhibicionista, que no me apetecía".

    Así, la obra volverá mañana a las librerías como si el reloj se hubiera parado, como si el autor y su madre se hubieran quedado flotando en una dimensión que no entiende ni de espacio ni de tiempo. Aunque, como reconoce el autor catalán (Barcelona, 1972), la tentación de mejorarla siempre ha estado ahí y por eso ha incluido cuatro desplegables de doble página.

    "Lo hice sobre todo -reconoce entre risas- porque me di cuenta de que me había olvidado de incluir a Matisse, ¡se me había olvidado uno de mis artistas favoritos! Siempre que miraba el libro me preguntaba por qué no lo habría sacado entonces, y tenía esa cuenta pendiente".

    Además del pintor francés, Sáez regala a sus seguidores otro desplegable sobre el "Guernica" de Picasso, una obra que nace de una reflexión acerca del momento en el que su abuela, en su lecho de muerte, llamaba a su madre. Por eso, en su particular visión de esta obra, a todas las figuras picassianas les sale un bocadillo que grita "¡mamá!".

    Arte y diversión, arte y disfrute. Eso es lo que Sáez quiso y quiere seguir transmitiendo en su cómic, porque una de las críticas mayores que hay en estas páginas es esa gran distancia que el autor veía entre el gran público y el arte.

    Algo que parece que en esta década ha cambiado, a juzgar por sus experiencias.

    "En ciertos ámbitos la cosa ha mejorado y con una percepción que he tenido muy recientemente -recuerda-. Fui a ver la exposición de El Bosco en Madrid y aluciné con la gran cantidad de gente que había. A mis amigos les molestaba, y a mí me molestó su actitud porque que hubiera tanta gente para mí fue pensar que el arte se había convertido en algo popular, era como una fiesta".

    Y es que a Sáez el arte le apasiona, y así lo comparte con su madre en el cómic, como algo que puede ser comprensible para todos, independientemente de la preparación cultural previa que se tenga para enfrentarse a cualquier obra.

    Con una deliberada falta de academicismo y perfección, las viñetas de "El arte. Conversaciones imaginarias con mi madre" siguen siendo, dos lustros después, tan directas como un dibujo infantil y por eso su trazo, a veces tembloroso, y sus figuras humanas sin rostro, son dardos certeros llenos de mensajes.