Cultura
El mayordomo del Papa, preparado para prestar declaración
Paolo Gabriele, de 46 años, un sirviente sencillo y devoto que provocó una crisis en el pontificado después de filtrar documentos confidenciales a un periodista italiano, no ha hablado públicamente desde que fue detenido en mayo.
El testimonio del sirviente, miembro del círculo más íntimo del Vaticano, la "familia papal", será analizado de cerca en busca de pistas para averiguar lo que le llevó a traicionar al hombre que los católicos consideran como el vicario de Cristo en la Tierra.
Gabriele admite que fotocopió y pasó documentos de reuniones secretas incluidas cartas al Papa en las que un alto cargo del Vaticano expresó preocupación acerca de la conducta indebida de la Santa Sede en sus relaciones comerciales.
Las filtraciones fueron un golpe para el Vaticano, que ha mostrado ansioso por limpiar su imagen después de una serie de escándalos en los que se vio envuelto su banco. El autor de las cartas, el arzobispo Carlo Maria Vigano, fue más tarde enviado a Washington a pesar de suplicar que se le permitiera continuar en el Estado papal.
El caso, apodado "Vatileaks", vio encarcelar al mayordomo en la comisaría de policía del Vaticano mientras los investigadores confiscaron 82 cajas de pruebas de un apartamento donde vivió con su mujer y sus tres hijos.
REVÉS PARA LA DEFENSA
Amparado en un código penal del siglo XIX, el juicio comenzó con un revés para la defensa el sábado cuando los jueces rechazaron admitir las pruebas procedentes de la investigación de la propia Iglesia.
La abogada de Gabriele, Cristiana Arru, esperaba explicar los motivos de su cliente admitiendo como prueba una investigación de una comisión de cardenales que interrogó a empleados del Vaticano sobre las filtraciones.
Un resumen de los resultados de la investigación publicado en agosto mostró que Gabriele actuó porque vio "el mal y la corrupción en todos los lugares de la iglesia" y sintió que el Papa no estaba lo suficientemente informado.
Pero el juez Giuseppe Dalla Torre dijo que la comisión de cardenales respondió sólo al Papa y que esa investigación "no tenía relevancia" para el código penal de la Ciudad del Vaticano.
Sólo se permiten pruebas reunidas por el fiscal o por la policía del Vaticano.
Acusado de robo con agravante, el hombre que ayudó a vestirse al Papa y que viajaba en el asiento delantero del Papamóvil, podría ahora enfrentarse a cuatro años de cárcel.
Otro hombre, el experto informático del Vaticano Claudio Sciarpelletti está siendo juzgado en un juicio separado por ayudar a Gabriele.
/Por Naomi O'Leary/