Ciencia
Las personas de las regiones más septentrionales tienen ojos más grandes
Las personas procedentes de las latitudes más altas poseen ojos y cerebros más grandes como resultado de una adaptación evolutiva a las peores condiciones lumínicas de estas regiones.
A medida que nos alejamos del ecuador hay menos luz. Por este motivo los humanos tuvieron que desarrollar ojos más grandes, según explica a The Guardian Eiluned Pearce, autora del estudio e investigadora del Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva de la Universidad de Oxford. Pearce ha publicado los resultados de su investigación en el número de 'Biology Letters' de esta semana.
Asimismo, el cerebro de los habitantes de estas regiones evolucionó hasta hacerse más grande para procesar la información visual con menos luz. Este mayor tamaño no quiere decir que los humanos de las latitudes más altas sean más listos, tan solo que "necesitaban cerebros más grandes para ver bien dónde vivían", aclara Pearce al diario británico.
55 cráneos del XIX
Los investigadores midieron el volumen cerebral y las cuencas oculares de 55 cráneos del siglo XIX procedentes de 12 regiones de todo el mundo. Aun teniendo en cuenta que las personas de las latitudes más altas suelen ser más corpulentas, los expertos comprobaron que los cerebros más pequeños procedían de Micronesia, mientras que los de mayor tamaño pertenecían a los escandinavos.
Robin Dunbar, director del Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva y coautor del estudio junto a Pearce aseguró al periódico británico que las personas con antepasados procedentes del Círculo polar ártico tienen globos oculares un 20% de media más grandes que aquellos con orígenes ecuatoriales.
Asismismo, el córtex visual del cerebro de esas mismas personas también es de mayor tamaño, como ya apuntaron otros estudios que han estudiado la correlación entre estos dos parámetros. Dunbar opina que estos cambios se habrían producido hace 'poco tiempo' porque los primeros asentamientos humanos del Ártico 'solo' se remontan a hace 10.000 años.
Aunque el hecho de que el volumen cerebral aumenta a medida que se incrementa la latitud ya era conocido, la comunidad científica se pregunta si esta diferencia responde a la necesidad de adaptarse a las bajas o a las altas latitudes.