Conclusiones y opiniones: Ya estamos todos conectados
Ha finalizado la décima edición del MWC en Barcelona. Se han roto todos los récords y todo el mundo está satisfecho. Incluso el hermano pequeño, el modesto pero prometedor 4YFN saca pecho y pide protagonismo. De hecho, tanto uno como otro son señales inequívocas de dos fenómenos socioeconómicos, por llamarlo de alguna manera: nos gustan los gadgets y tenemos talento para innovar. No parecen relacionados, pero lo están.
Los gadgets están representados, en este caso, por teléfonos móviles, inteligentes todos ellos. Por tabletas, táctiles, con variopintas funciones. Y todo lo que lo rodea, un mundo conectado a través de estos dispositivos que cada uno de nosotros ya maneja con soltura y consulta, por instinto, solo levantarse de la cama. Los relojes conectados con el móvil y la pulsera de hacer footing. El coche con acceso a Internet y manos libres con bluetooth. El móvil se conecta con la nevera y las bombillas. Todo está conectado. Todas las cosas están conectadas. Ha nacido el Internet de las Cosas.
Pero yo creo que ha nacido porque lo han hecho nacer. Al final, todos los gadgets presentados en el MWC son innovaciones y mejoras que refuerzan la interconexión entre todo lo que existe. Antes, hace poco, estábamos conectados por el lenguaje oral, persona a persona. Ahora se vislumbra un panorama donde estaremos conectados, cada uno de nosotros, con el resto y por distintos canales. El smartphone, la tableta, el reloj, las gafas, la pulsera, el vestido, el sensor del vestido y lo que queda por inventar. El Internet de las Cosas es, en mi opinión, un progreso innegable pero también una forma de control al que involuntariamente nos estamos abocando y que es, creo, irreversible.
La gadgetomanía móvil compulsiva cuyo exponente máximo es el MWC tiene su contrapunto en el 4YFN donde se encuentra, en estado puro, el talento. Talento que hace posible la creación de startups que, si tienen éxito, aportarán su grano de arena en el alud de innovación que tiene el sector tecnológico. Talento que está bien apoyado por instituciones públicas, empresas privadas, incubadoras e inversores de todo tipo. Es un talento atractivo, muy atractivo. Invertir en él es controlar las bases de los futuros gadgets que tanto nos gustan y que acabaremos comprando. Compra que contribuye al progreso de un sector que luego muestra su fuerza en el MWC.
En resumen, que en estos cuatro días el Internet de las Cosas, la futura revolución, ha tenido su centro en Barcelona. Y por muchos años.