Cataluña
Los tres poderes en la sociedad actual
Nos enseñaron que una sociedad democrática debía tener delimitados y regulados en forma independiente los poderes que Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y Barón de Montesquieu definió: el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. Y cuanto más independientes sean esos poderes el uno del otro, tanto mejor para el país en cuestión.
La Revolución Francesa los asumió y poco a poco fueron implantándose en los países más avanzados. Se implantó con dolor, revueltas sociales y desaparición de sectores privilegiados hasta entonces, como lo fue la aristocracia.
Esta división de poderes ha sido válida hasta hoy mismo, aun cuando Alfonso Guerra, hace algunos años dijera, con gran escándalo, que ya no existía tal división. Sin embargo creo que en estos momentos esta clasificación ya no refleja la realidad social y económica de nuestros países. Esta división se ha quedado anticuada y nuestra sociedad requiere de un nuevo análisis de sus estructuras de poder con el fin de poderse adaptar y regular sus fuerzas imperantes.
Los poderes actuales imperantes en nuestras sociedades son el político, el financiero y el social y su orden no obedece a ninguna primacía. Entre estos tres poderes se debate nuestro mundo. El poder político no encuentra su lugar y se halla supeditado en muchas ocasiones a los otros dos, el financiero y el social. El poder financiero debe regularse porque ha adquirido una enorme fuerza, sobre todo uniéndose para ejercer presión sobre determinados gobiernos e implantar sus normas que casi como único objetivo consisten en ganar cada vez más dinero. Y el poder social, mediante la presión mediática, presión callejera y presión a través de internet, posee hoy una fuerza que antes solamente se evidenciaba con la revolución o la guerra y puede hacer rectificar a los otros dos poderes: el político y el financiero.
Los medios de comunicación tradicionales ya no son un poder en sí, ya que se hallan al servicio de uno cualquiera de los otros tres o de varios a la vez.
Debemos hacer un esfuerzo intelectual para, mediante claridad y visión de futuro, regular estos tres poderes. Si no lo hacemos negociando, lo haremos por la fuerza, como así ha sido a lo largo de la historia y la sociedad que antes los regule, será la que avance con más rapidez.
Está visto que la democracia basada en partidos y representación parlamentaria como únicas vías de gobierno no son suficientes para el ciudadano actual, informado y culto y tampoco pueden frenar el hambre desaforada del poder financiero mundial, demasiado fuerte para gobiernos de países medianos. El poder social exige una mayor participación en la vertebración de los países.
Por último el poder financiero es necesario para el desarrollo de una sociedad pero no se le debe dejar libre y sin bridas porque ya hemos visto sus consecuencias.