Al borde del precipicio
La prima de riesgo española cerró en 477 puntos, después de llegar a superar durante la jornada los 490 puntos. Ello quiere decir que a cualquier préstamo a tipo euribor es necesario añadirle casi 5 puntos más, lo que coloca nuestra capacidad de endeudamiento en estos momentos en una situación insostenible. No sólo me refiero al Estado, que afortunadamente adelantó en seis meses las emisiones de deuda, sino a las empresas privadas, que deben refinanciarse en los mercados. España no puede seguir así, esta es la primera conclusión. En estas circunstancias, caben básicamente tres salidas. La primera y menos deseable sería reconocer que no somos capaces de satisfacer nuestra deuda y exigir una reestructuración o recorte en su remuneración. La segunda opción, sería aceptar un rescarte de la Unión Europea. Uno de los desencadenantes de las incertidumbres es la segunda reforma financiera presentada en tres meses por el ministro de Economía, Luis de Guindos. El incremento de las provisiones a la banca es claramente insuficiente. Se necesitan otros 80.000 millones más para cubrir la mora en préstamos a pymes y grandes empresas. El problema es que las entidades no disponen de más capital para hacer frente a estas provisiones, lo que obliga a un rescate del país entero para dar dinero a los bancos. La tercera opción, la óptima, es que el Banco Central Europeo (BCE) compre deuda española para rebajar la prima de riesgo, igual que hizo Estados Unidos. Pero esta alternativa no está, de momento, al alcance de nuestra mano ya que cedimos la soberanía monetaria al BCE. Difícil salida. Estamos al borde del precipicio y no sabemos si tirarnos al vacío o dejarnos llevar. Salvo que alguien nos venga a rescatar en el último momento, el futuro es impredecible.