¡Ganamos competitividad!

La inflación terminó el año pasado en el 3 por ciento, con un crecimiento de la economía cercano al cero. Los expertos se niegan a hablar de estanflación, bajo crecimiento con inflación, un mal que azotó a Japón durante la década de los noveta como consecuencia de la crisis inmobiliaria. El motivo que aducen es que la mayor parte de estas subidas de precios proviene de factores exógenos, como el alza del petróleo. Está bien, no alarmemos a nadie. Pero si los sueldos están congelados e incluso con tendencia a la baja (los de los funcionarios claramente) y sufrimos la misma inflación casi que cuando crecíamos al 3 o el 4 por ciento, es evidente que sufrimos una grave pérdida de poder adquisitivo. ¡Enhorabuena! Salgado parece que ha dado con la manera de que seamos competitivos: empobrecernos. Este es el resultado del gigantesco despilfarro público y ¡privado! de los últimos años. Ante la imposibilidad de devaluar el euro para competir, hay que rebajar nuestros sueldos y nuestro poder adquisitivo.

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