Cascos

El abandono de Francisco Álvarez Cascos del PP ha causado una conmoción en las filas del PP, según proclama, sobre todo El País. Lo cierto es que comparto la reflexión de que durante más de 20 años Cascos ha sido uno de los pilares de ese partido. Lo fue con Manuel Fraga y luego con Aznar, como secretario general del partido. Ocupó cargos destacados en el Gobierno, como el Ministerio de Fomento, siempre con una eficacia demostrada. Pero también debemos recordar sus errores. La forma en la que salió de Fomento, tras descubrirse la compra de varias obras de arte de la galería de su actual pareja, fue vergonzosa. Durante años, estuvieron esas obras expuestas en el salón de actos del Ministerio. Era evidente la mediocridad de los cuadros frente a la desorbitante cantidad pagada por ellos. Desde ese momento, Cascos pasó al ostracismo. Desapareció de la escena pública tras la caída del Gobierno de Aznar. Desde entonces, todo el mundo se ha preguntado ¿de qué vive Cascos?, ¿cómo puede mantener su fabuloso tren de vida? Es la incógnita mayor. Por ahí, quizá, pueda entenderse porqué no es el candidato popular en Asturias. Lo demás, lo de su marcha, es una pataleta, una salida de tono a la que acostumbra el ya es dirigente popular. Creo que la culpa no es, en esta ocasión de Rajoy, sino de Cascos que no ha sabido entender que su hora hacía tiempo ya que había concluido. Quizá quiso emular a Fraga, que se retiró como presidente de la Xunta, pero también en este caso, la comparación es odiosa.

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