Tongo político en Bankia

La sentencia del Supremo que obliga a Bankia a devolver el dinero a los inversores que fueron a su salida a bolsa es un capítulo más del pasteleo político que dirigía la política económica durante la etapa de Zapatero. La ex vicepresidenta Elena Salgado forzó la salida de Bankia al mercado para intentar mostrar al mundo de que los bancos españoles estaban sanos o no estaban tan mal como se veían desde fuera. Para su aventura contó con el beneplácito del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Férnandez Ordóñez, quien acaba de publicar un libro echando la culpa a los demás, como hizo antes Zapatero. Y, por supuesto, se pidió apoyo a los grandes empresas y los empresarios, que accedieron a comprar títulos de la compañía. El tercer elemento fue el presidente de la entidad en aquel momento, Rodrigo Rato. Al político del PP no le dolieron prendas en prestarse al juego con tal de salvar su cabeza y seguir en el machito.

El afán español por tapar los agujeros negros se extiende hasta nuestros días. La semana pasada, el Banco de España volvió a dar su bendición al estreno de Bankia en el parqué, probablemente porque el corporativismo interno no permite una autocrítica a su labor. El resultado es que el Estado y la propia entidad financiera tendrá que deshacer el entuerto y devolver todo lo que ingresaron para disimular el quebranto. Y, por medio, está la pérdida de credibilidad del Banco de España, del gobierno y del propio sistema financiero, al que se ve como el centro  del chanchullo político-financiero, como dice FG, aunque sea el menos indicado para hacerlo, porque el presidente del BBVA es una fruto de este tejemaneje político-económico. A ver si algún día aprendemos.

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