Cataluña lleva parte de razón en sus reclamaciones fiscales
Las balanzas fiscales hechas públicas por el Ministerio de Hacienda muestran que Cataluña aporta 7.000 millones al Estado más de lo que recibe de éste, mientras que Andalucía recibe 8.500 millones más de los que aporta. Eso explica la indignación de los catalanes porque ellos tienen que pagar algunos servicios públicos, como las autopistas, que en Andalucía son gratis. Los estadistas de La Transición introdujeron un mecanismo de financiación autonómica de manera que las regiones más ricas financiaran las carencias de las más pobres, para ir equilibrando sus rentas. Pero tres décadas después, se puede comprobar que el mecanismo no ha funcionado y las diferencias entre Extremadura, la más pobre, y Madrid, Cataluña o Baleares, las más ricas, permanecen inalterables. La regiones pobres se gastan las transferencias que reciben de las ricas no en inversiones para crear riqueza, sino en subvencionar cosas inútiles, que acaban en fracaso, cuando no en corruptelas. Es hora, por tanto, de enmendar el mecanismo de financiación autonómica. Nadie seguiría dando una paga a su hijo si no fuera estudioso y las derrochara. Es necesario mantener una solidaridad interregional, así como la caja única de la Seguridad Social que garantiza las pensiones, o servicios básicos como educación y sanidad, pero no se puede seguir regando a las autonomías pobres con dinero que malgastan. Tampoco se entiende que la Comunidad Valenciana aporte 1.500 millones más de los que recibe, una cifra similar al ‘excedente’ del País Vasco, cuando tiene mucha mayor renta per cápita.. Hay que acabar con el café para todos instaurado en el Pacto del Hotel Majestic de Barcelona entre Jordi Pujol y José María Aznar y reorganizar el reparto autonómico, de manera que se premie el esfuerzo de las autonomías que más riqueza crean y se desincentive al resto. Los catalanes llevan razón cuando reivindican una reforma que deje más dinero en sus arcas autonómicas.