El desastre de Realia
El Gobierno sigue empeñado en vendernos humo: la economía ha comenzado a mejorar, pero de manera tan lenta que muchas empresas no podrán salvarse de la quema. El último caso es el de Realia. Después de anunciar a bombo y platillo por parte de su gestores que se vendería antes de finales de año a alguno de los fondos extranjeros, ayer anunció su decisión de desprenderse de la gallina de los huevos de oro, la SIC de París, que le aporta casi la mitad de sus ingresos. Sus dos socios, FCC y Bankia, han optado por vender lo que se puede, por aquello que hay demanda, para tapar la sangría de pérdidas. El problema es que el resto está tocado y no es interesante para nadie. La empresa quiere utilizar una parte del dinero obtenido por la venta para comprar activos y rehacerse de las pérdidas. Un experimento peligroso, dada la pobre gestión de su presidente, el ex ministro Ignacio Bayón al frente de la empresa. Una prueba más de lo desastroso que resulta poner a un político a gestionar una sociedad. Si hasta la joya de la corona se vende con pérdidas de 82 millones, imagínense lo demás. La venta de viviendas se ha comenzado a reactivar, pero a un ritmo insuficiente para salvar de la quema a la mayoría de las empresas del sector que siguen tocadas y camina inexorablemente hacia el precipicio.