Un presidente sin honor
Todos conocemos y respetamos el principio de inocencia y, por tanto, sería precipitado solicitar la dimisión del presidente de Unicaja, Braulio Medel, sólo por la imputación en el caso de los ERE. La administración de las entidades públicas está regida, además, por el principio de rectitud y de honorabilidad de sus miembros. Todos conocemos casos de alcaldes o presidentes de instituciones que abandonan sus cargos antes de ser condenados porque el conocimiento de sus actuaciones pone en tela de juicio su honor y buen hacer. Este aspecto es especialmente relevante cuando se trata de una institución pública, ya que en las privadas son sus accionistas o sus dueños, quienes tienen la última palabra. Gestionar dinero público, es decir, fruto del esfuerzo de todos requiere un componente de rectitud mayor que cuando se gestiona el patrimonio propio. Unicaja acaba, además, de recibir ayudas pública para la absorción de las antiguas Caja España y Caja Duero. Creo que en un caso así, el honor y el prestigio de Braulio Medel están seriamente tocados, y aunque sólo corresponde a él decidir si sigue o no al frente de la entidad, probablemente para él sea mejor marcharse con la cabeza bien alta, que aguantar un juicio sumarísimo por parte de la opinión pública, que acabe afectando a la credibilidad de la caja que preside.