El complejo imperio de los Espírito Santo se desvanece por irregularidades y luchas internas
La familia, una de las cinco más ricas de Portugal, venderá activos y reestructurá su deuda.
La crisis familiar, presuntas irregularidades contables, operaciones entre empresas del grupo para tapar los agujeros y problemas de liquidez están desmoronando el imperio de los Espírito Santo, una de las sagas más influyentes y poderosas de Portugal. Y están desatando, de nuevo, dudas en los mercados sobre la situación de la banca del sur de Europa, a pesar de las ayudas públicas inyectadas en los últimos meses.
El holding Espírito Santo International, dueño del 25 por ciento de la entidad con el mismo nombre, se desvanece. Se enfrenta a unos vencimientos de deuda superiores a los 3.000 millones que no puede pagar. Por eso, ya baraja acogerse al concurso de acreedores y ha propuesto a sus acreedores una conversión de los créditos y los bonos por acciones.
La situación para la familia es la más compleja de sus últimos 150 años, cuando comenzó a levantarse el vasto imperio que a día de hoy controla, desde el principal banco del país hasta hoteles, inmuebles y una importante ganadería al otro lado del Atlántico. Es el ocaso de los Espírito Santo, capitaneados en esta quinta generación por Ricardo Salgado.
La ambición del primo
El Banco Central de Portugal ya les ha obligado a dejar la gestión de Banco Espírito Santo (BES) para cortar cualquier tipo de influencia entre el holding y la entidad y evitar, así, una quiebra sistémica en un país que ya ha tenido que ser rescatado por Europa a través de un préstamo de 78.000 millones de euros. Salgado y todos los miembros de la familia dejarán sus cargos en el banco el próximo 31 de julio.
Pero antes de que estallara la crisis actual, a finales del año pasado un primo de Salgado intentó el asalto al poder en el banco y en el holding. José María Ricciardi, apoyado por tres de las cinco ramas de la saga, puso en marcha un proceso para derrumbar al todopoderoso presidente saliente del BES. Ricciardi perdió, pero desde entonces mantiene una guerra sin cuartel, en la que el propio Banco de Portugal ha entrado. El supervisor se planteó la posibilidad de que el primo alcanzara sus metas, aunque finalmente se ha decantado por aceptar el nombramiento de Amílcar Moraís, un hombre cercano a Salgado.
El desmoronamiento del holding se ha acelerado desde que en mayo se conociera presuntas irregularidades contables, por importe de 1.300 millones, en la sociedad cabecera de la familia, Espírito Santo Internacional, y en los problemas de liquidez de su cartera industrial, Rio Forte, desde las que controla un entramado de sociedades tan relevante como complejo.
El escándalo es tal, que hasta la principal operadora de Portugal, (PT), se ha visto afectada. La firma de telecomunicación, que posee más de un 2 por ciento del banco, cuenta como uno de sus grandes accionistas a la familia Espírito Santo, con casi el 10 por ciento.
La familia, según algunas investigaciones que están llevando a cabo las autoridades lusas, utilizó a la operadora para evitar el colapso financiero de Rio Forte. PT adquirió recientemente títulos de deuda del holding empresarial por 900 millones de euros.
La asfixia financiera del grupo ha llevado a la saga a llevar a cabo transacciones entre las distintas sociedades del conglomerado y a poner el cartel de venta a una serie de participaciones industriales para salvar el imperio.
El grupo ya está sondeando el mercado para colocar próximamente varias de sus propiedades. La más destacada es la compañía aseguradora Tranquilidade, que le podría generar un flujo de caja de entre 350 millones y 400 millones de euros. Algunas firmas españolas están analizando los datos para poder hacer una oferta por la firma portuguesa.
Otra también de gran importancia es la cadena hotelera Tivoli, que cuenta con doce establecimientos en su país de origen y dos en Brasil. El proceso de desinversión de esta compañía está más avanzado y le podría reportar algo más de 300 millones. Uno de los principales candidatos para hacerse con Tivoli es precisamente el español Iberostar, que ha acudido a la puja con varios socios financieros. La cadena turística balear compite en la subasta con el luso Pestana.
La fortuna de la saga se encuentra entre las cinco mayores del país vecino. Su riqueza, heredada y amasada durante cinco generaciones, se basa en multitud de activos en distintos sectores, desde plantaciones agrícolas, 53.000 cabezas de ganado en Paraguay, hospitales, un operador turístico, una inmobiliaria de lujo y, principalmente, el 25 por ciento de Banco Espírito Santo . Esta última participación tiene un valor cercano a los 700 millones después del desplome de los últimos días.
Una de las opciones para mejorar su situación por su liquidez en el mercado y su importe podría pasar también por la venta de una porcentaje del banco, sobre todo después de que a finales de julio los miembros de la familia abandonen su estructura y su influencia en la gestión y administración, por orden del supervisor.