Asia
Kangbashi: la ciudad fantasma china
Creado bajo las expectativas de convertirse en el supuesto nuevo centro neurálgico de la economía mundial, el distrito de Kangbashi, de la localidad china de Ordos, se ha transformado en una ciudad fantasma, en la que a penas vive gente. Sin embargo, está considerado uno de los lugares más prósperas del mundo gracias al sector inmobiliario.
Kangbashi es un distrito construido a marcha forzadas en menos de cinco años a base de la financiación proveniente de la industria de la energía y del automóvil. Grandes obras arquitectónicas y lujosos apartamentos se erigen por sus calles, unas calles desiertas como si configuraran una ciudad fantasma. La paradoja es que la ciudad mantiene su consideración como ciudad próspera.
Se calcula que el 80% de las viviendas se han vendido, pero los compradores, inversores o futuros residentes, esperan a que haya colegios y hospitales antes de mudarse, según apunta un agente inmobiliario local. De momento, centros administrativos, edificios de Gobierno, museos, teatros, campos de deportes y cientos de viviendas unifamiliares ya están listos para sus futuros residentes.
El único problema es que el distrito fue diseñado para que viviera un millón de personass y, de momento, a penas viven unos cuantos vecinos. Por esto, cuando un viandante pasea por la calle parece un superviviente de una película de terror, como describe un artículo de la revista Time.
Algunos analistas han advertido de que Kangbashi es un ejemplo de un modelo económico destructivo en el que impera la obsesión por el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) y olvida otras maneras de medir el progreso como los niveles de sostenibilidad. Se trata de un modelo que obnubila a China y que genera consecuencias como que el cáncer sea la primera causa de muerte en este país asiático o que el 30% de los niños de la provincia de Yunnan sufra envenenamiento por plomo.
Algunas predicciones aseguran que la burbuja inmobiliaria china está a punto de estallar, pero no parece que vaya a ocurrir en lugares como Kangbashi, donde las rentas van por delante de los precios de las viviendas. De momento, el mercado inmobiliario mantiene en alza a esta ciudad fantasma, donde los ingresos del Gobierno local dependen directamente de las ventas de tierras. Sin embargo, parece extraño que los niveles de población alcancen el acelerado ritmo de la contrucción. Un paseo por los ocho pisos de la biblioteca de Kangbashi sirven de muestra para comprabar la soledad de este distrito. Es algo habitual que sólo un encargado y un par de usuarios utilicen la sala de ordenadores con sus 100 equipos totalmente nuevos.
Mientras que el resto del mundo trata de reestablecer su economía, las autoridades de Pekín, y de Ordos en particular, esperan que su burbuja inmobiliaria se desinfle sin llegar a estallar. Una preocupación por la que no sólo los chinos deberían preocuparse.