El mercado otorga un 82% de probabilidades a un alza en octubre, pero algunos expertos cuestionan que Bernanke pueda hacerlo. En junio, casi todo el mundo estaba convencido de que la Fed subiría los tipos este año, y probablemente más pronto que tard, Pero esta visión se ha debilitado notablemente en las últimas semanas con la nueva desestabilización de los mercados.
Además, los indicadores adelantados que apuntan a un mayor debilitamiento del crecimiento en lo que queda de año y en 2009. Aunque el mercado continúa apostando por una subida antes de fin de año (concede un 82% de probabilidades para la reunión del 29 de octubre), muchos observadores empiezan a pensar que Bernanke no tiene capacidad para subir tipos de momento.
Los famosos cheques fiscales de Bush han dado un impulso innegable al consumo -así se reflejó ayer en la confianza del consumidor y se espera que el PIB del segundo trimestre, que conoceremos mañana, crezca cerca del 2%-, pero se considera algo puntual que dará paso a una renovada debilidad en la segunda parte del año.
Además, la crisis de Fannie Mae y Freddie Mac ha vuelto a tensionar los mercados financieros, puesto que la amenaza que supone una posible quiebra es la mayor desde que estalló la crisis financiera hace casi un año.
Estos acontecimientos dificultan enormemente encontrar una justificación para una subida de tipos, aunque nada les gustaría más a los miembros del banco central, tanto a los halcones como a las palomas. Los primeros consideran que son necesarios tipos más altos para frenar una escalada inflacionista como no se veía desde principios de los 80, y los segundos respirarían aliviados por poder sacar a la economía de la UVI que supone el nivel "de emergencia" del 2% al que han caído los tipos por culpa de la crisis subprime y la debacle del sector financiero.
Sin embargo, las palomas consideran que la escalada inflacionista se debe únicamente a las materias primas y que la economía no está todavía lo suficientemente fuerte como para tragar la amarga medicina de una subida de tipos. "Sería de locos hacer descarrilar a la economía sobre la base de una especia de fervor religioso con la inflación", explica gráficamente Bill Cheney, de la firma John Hancock. Y la mayoría de los analistas considera que las palomas necesitarán meses para cambiar de opinión.
Las principales preocupaciones de este bando -mayoritario en la Fed actual- son la debilidad inmobiliaria, el alto precio de los carburantes (aparte del efecto inflacionista está el impacto en el consumo), el endurecimiento de las condiciones de crédito y el deterioro del mercado laboral. Estos dos últimos son la clave: economistas como Mike Moran, de Daiwa Securities, piensan que Bernanke no tiene capacidad para subir tipos hasta que los mercados financieros se hayan estabilizado y hasta que se frene el aumento del paro.
La única posibilidad que ven los expertos de una subida de tipos antes de que eso ocurra es que la inflación se dispare hasta niveles verdaderamente horribles, lo que alimentaría generalizadamente las expectativas inflacionistas. Algo que no parece lo más probable -además, muchos creen que el reciente endurecimiento del lenguaje de la Fed trata de frenar estas expectativas-, pero que tampoco se puede descartar.
Además, la fuerte corrección del petróleo en las últimas semanas ha contribuido a reforzar esta tesis. Ahora bien, esto también es un arma de doble filo: ayer aumentaron las probabilidades que otorga el mercado a un alza de tipos coincidiendo con una nueva caída del barril, porque los inversores piensan que esta caída ayudará a impulsar el crecimiento económico y a fortalecer el sistema financiero.
Al cierre de ayer, los Fed Funds descontaban un 10% de probabilidades para una subida en la reunión del próximo martes (frente al 8% del lunes), del 48% para el 16 de septiembre (eran el 40% el lunes) y del 82% para la reunión del 29 de octubre (frente al 72% del lunes). Para el cierre de 2008, el mercado contempla que los tipos se sitúen en el 2,295%.