Después de un verano tan positivo como el que hemos vivido, y con las grandes incertidumbres que se ciernen sobre la economía y las empresas de EEUU, son legión los analistas que hacen estos días llamamientos a la cautela y recomiendan salirse del mercado a la espera de un escenario más claro.
Por si eso fuera poco, las crecientes probabilidades de una nueva guerra con Irán están terminando de poner nerviosos a los gurús de Wall Street. El precedente de 2003 ilustra que ponerse defensivo ahora puede ser un gran error.
El problema es que, aun en el caso de que finalmente EEUU invada Irán, no es nada fácil saber cuál sería la estrategia más adecuada para un inversor: “¿Salir de la bolsa y comprar bonos? ¿Ponerse bajista en el dólar (alcista en el euro) y comprar oro? ¿Poner el dinero debajo del colchón? ¿Adoptar la opinión contraria y comprar acciones? ¿O sentarse y apretar los puños?”, se pregunta Paul Farell, de MarketWatch.
Difícil de responder, ¿verdad? Para aclarar un poco las ideas, Larry Swedroe, autor de un reciente libro sobre inversiones, recuerda el precedente de los oscuros días de 2003. Entonces, el miedo hacía presa en la población antes de la invasión de Irak, y había una verdadera psicosis tras el 11-S sobre la posibilidad de un ataque nuclear, químico o lo que fuera contra una gran ciudad de EEUU.
Pero no sólo era la guerra. “Además de la amenaza nuclear, ¿recuerdan los escándalos de los fondos de inversión? ¿Enron? ¿Corea del Norte? ¿La neumonía asiática (SARS)? ¿El conflicto árabe-israelí? ¿Las amenazas de deflación global? ¿El elevado desempleo? ¿Una recesión que no encontraba el final?” En efecto, en 2003 había mucho más miedo que ahora. Y, después de tres años de tendencia bajista en bolsa, ningún gurú pronosticaba el inicio de la actual tendencia alcista justo en ese año.
Pero así fue. Los grandes profetas del mercado se equivocaron de cabo a rabo y 2003 fue el mejor año bursátil del último cuarto de siglo. Los grandes índices norteamericanos subieron el 25%, los pequeños valores se anotaron un 30% y hubo mercados internacionales que llegaron a subir el 70%. En aquel entonces, una estrategia consistente en invertir toda la cartera en bonos habría sido desastrosa.
No es fácil tomar decisiones en entornos tan inciertos como el actual. Pero si algo nos enseña la historia, es que salirse del mercado sólo porque todo el mundo tiene miedo no suele dar buenos resultados.