Hoy da unos resultados que se prevén espectaculares por los extraordinarios.
BBVA presenta hoy sus resultados del segundo trimestre, para los que se espera una cifra espectacular por los extraordinarios de la venta de sus participaciones en Repsol y BNL (1.200 millones de euros). Sin eso, la previsión del consenso es un crecimiento del 9% hasta 1.090 millones. Para el semestre, la estimación es de 3.175 millones. Unas cifras muy importantes, pero que no son más que el colofón a un semestre frenético.
El fiasco de BNL, que le levantaron delante de las narices los franceses de BNP, tardó en curar. Pero cuando el banco reaccionó, lo hizo a modo: vendió su participación en el banco italiano y en Repsol en junio, y compró dos bancos en EEUU por 2.100 millones de euros, donde pretende ser el líder en el negocio para los hispanos.
En las últimas semanas, las cosas se han acelerado tanto que el departamento de comunicación del banco va a irse de vacaciones agotado: ha reorganizado su estructura para hacerla más dinámica, ha lanzado el primer ETF en España, ha conseguido la primera autorización para gestionar hedge funds (según confirmó ayer la CNMV) y hasta le ha dado tiempo a alertar de la creciente probabilidad de un crash inmobiliario.
Esta actividad infatigable pretende demostrar que BBVA es el banco más dinámico y que su modelo de fuerte crecimiento orgánico es mejor que el de la acera de enfrente, basado en las grandes adquisiciones periódicas. De momento, el mercado le da la razón: según publicaba ayer Bolsacinco, el BBVA ha subido más en bolsa que el Santander en cualquier período desde la compra del Abbey.
No obstante, este modelo necesita un colofón. Siempre se ha pensado que BBVA necesita dar el salto de dimensión para entrar de una vez en la élite europea, y ABN Amro y Lloyd’s han sido los candidatos que más han sonado para ser adquiridos. Tanto afán en demostrar las cosas que hace internamente parece desmentir esta necesidad... o ser una cortina de humo para ocultar que se está fraguando una gran operación.
Por otro lado, BBVA sigue siendo un objetivo factible para gigantes como Citigroup, y lo seguirá siendo mientras no acometa una gran adquisición. Sin ninguna duda, el mercado prefiere que esta posibilidad siga abierta, es decir, que se mantenga en statu quo actual.