Si hay un sector en crisis en los tiempos de bonaza que corren, ése es el del automóvil. Y, dentro de él, si hay una empresa con problemas graves, ésa es General Motors, que el año pasado protagonizó una crisis de los bonos convertibles que a punto estuvo de llevarla a la quiebra.
Pero un durísimo plan de reestructuración y la tranquilidad de los mercados han permitido que, poco a poco, vaya volviendo a la situación anterior.
Ahora bien, la crisis está lejos de solucionarse. Ayer tuvimos ejemplos claros tanto del problema como de las posibles soluciones. Problema: las ventas de General Motors en junio cayeron el 26% en junio, las de Ford bajaron el 7% y las de DaimlerChrysler, el 13%.
Para explicar el batacazo de GM hay que saber que, en junio del año pasado, lanzó su agresiva promoción de ofrecer a todo el mundo los descuentos reservados para empleados... en un intento de evitar lo inevitable, que ha ocurrido este año. También es culpa de la escalada de la gasolina, ya que los norteamericanos han descubierto el encanto de los coches de bajo consumo; de ahí que Toyota, en este escenario, mejore sus ventas un 14%.
Pero éste es el problema y hablábamos de soluciones. El polémico millonario Kirk Kerkorian, accionista de GM, planteó una posibilidad: una integración a tres bandas de la compañía con la francesa Renault y su filial japonesa Nissan. De hecho, los consejos de estas dos últimas aprobaron ayer mismo el inicio de conversaciones con la firma estadounidense. La idea de Kerkorian es que la francesa y la japonesa adquieran un importante porcentaje del capital de GM; se habla del 20%. Como siempre pasa en Francia, hay que pedir la venia del Gobierno, y Renault la tiene, según declaró el ministro de Finanzas, Thierry Breton.
Si la operación sale adelante, daría a luz al mayor fabricante de coches del mundo, con control sobre un cuarto del mercado mundial. Además, los analistas de EEUU están impresionados por la capacidad del presidente de Renault, Carlos Ghosn, para reestructurar su propia compañía y luego Nissan: ahora podría hacer lo mismo con GM.
Sin embargo, no todo el mundo lo ve como el remedio a los males de GM. Para empezar, no se sabe cuánto puede costar la operación. Y después, no está claro que sirva para solucionar la grave crisis de GM. Para Goldman Sachs, ‘no existe mucha lógica en la alianza, porque Renault está embarcado en una gran reestructuración y GM va a distraer recursos’. Igualmente, no aprecia sinergias con Nissan, que ‘ha triunfado en EEUU por oponerse a los grandes de Detroit... por lo que no tiene sentido convertirse en uno de ellos’.