El mercado nos está lanzando un mensaje muy claro sobre cuál va a ser el impacto de la crisis en la economía mundial. Un mensaje que proviene del comportamiento de la tecnología frente al sector financiero.
Así, el primero ha batido claramente al segundo en EEUU durante todo el año, por una diferencia del 32% según los sectoriales del S&P 500 (la diferencia llegó al 47% hace dos semanas, pero la reciente caída la ha estrechado al nivel anterior).
Es más, el sector de materiales ha replicado bastante exactamente la subida de la tecnología. Y ambos grupos tienen en común que la mayor parte de sus ingresos provienen de fuera de EEUU. Por el contrario, los valores de centros comerciales lo han hecho igual de mal que los bancos. No es de extrañar: ayer mismo, JC Penney alertó de la debilidad de las ventas minoristas, aunque los datos macro todavía no la recojan. En todo caso, el mercado nos dice que la crisis de crédito se va a trasladar por completo al consumo interno.
En el resto del mundo, la situación es parecida si bien mucho menos dramática: los bancos y el sector comercial han bajado, pero mucho menos que en EEUU. Es decir, fuera de Norteamérica, el mercado no prevé un impacto excesivo de la crisis de crédito.
En consecuencia, la conclusión es que los problemas de la banca van a tener impacto en el consumo en EEUU pero no van a afectar al crecimiento global. Una teoría bastante discutible; si el mercado se equivoca, resultará que la tecnología y los materiales están sobrevalorados, mientras que los bancos y los centros comerciales son oportunidades de compra.