Hace tan sólo unas semanas, el mercado parecía masoquista. Los grandes bancos de inversión anunciaban uno tras otro grandes amortizaciones de sus pérdidas en hipotecas subprime y activos respaldados con créditos, y las cotizaciones reaccionaban con subidas. La idea era que lo peor había pasado y que esas amortizaciones servían para hacer borrón y cuenta nueva.
Merrill Lynch ha dado la vuelta a la tortilla. En aquel momento, la entidad se sumó al movimiento general anunciando una amortización de 5.400 millones de dólares, la mayor de todas. Y el mercado lo metió en el mismo saco que a los demás: se limpian las cuentas y a por el futuro. Pero ayer elevó esa cifra hasta 7.900 millones, y acabó de golpe con ese optimismo un tanto irracional. El mercado abrió los ojos y se dio cuenta de que lo peor puede no haber pasado.
La cosa no es para menos. Ese nivel de amortizaciones superan el beneficio récord conseguido en el conjunto de 2006, 7.500 millones, y convierte a Merrill en el banco más afectado por la crisis, con mucha diferencia. De hecho, es el único de los cinco grandes de Wall Street que ha entrado en pérdidas por la crisis de crédito, de 2.300 millones en el tercer trimestre frente a un beneficio de 2.140 millones en el segundo.
La magnitud de las cifras plantea muchas preguntas. ¿Cómo pudo Merrill Lynch medir tan mal la escala de su exposición a estos activos? ¿No fue suficientemente al conservador en un primer momento, con la esperanza de una recuperación en los precios de estos instrumentos ilíquidos? ¿O simplemente no era consciente de la gravedad de su problema?
Cada una de estas posibilidades parece peor que la anterior, y ninguna puede convencer a los inversores. Y ponen en la picota a su consejero delegado, Stan O’Neal, puesto que ha quedado cuestionada su capacidad para gestionar el riesgo, la base de cualquier banco de inversión.
Pero no se trata sólo de Merrill. El mercado ya no puede confiar en la validez de las pérdidas asumidas por los demás bancos, porque esto pone de relieve lo subjetivo que es valorar el precio actual de estos instrumentos complejos de crédito (el famoso 'mark to market'). Ahora surgen por doquier los temores a que haya más monstruos acechando en los balances de todo el sector.
A pesar de todo, el Dow Jones logró recuperarse de las pérdidas al cierre, aunque el sector financiero sufrió caídas generalizadas. El mercado quiere seguir pensando que la crisis ha sido algo puntual que ha quedado atrás, o bien que la Fed va a evitar que afecte a la economía y a las empresas, más allá de los bancos. Pero Merrill le ha dejado con muy pocos argumentos. Si continúan las malas noticias, el escenario terminará de cambiar, y la renta variable suele reaccionar muy mal a los cambios de escenario.