Son el producto de moda en el mundo de la inversión y, seguramente, una de las claves de la partida por el futuro de los mercados bursátiles que ahora mismo se está disputando en todo el mundo. Son los ETFs, los fondos cotizados en bolsa que se pueden comprar y vender como una acción, y que hace tiempo que dejaron de ser meras replicas de los principales índices para adoptar modelos mucho más sofisticados.
Tal es su popularidad y su fuerza en EEUU, que no sólo las gestoras se pelean por sacar los mejores y más novedosos productos -los proveedores de índices como S&P o Dow Jones también se pelean por lanzar indicadores vanguardistas que puedan replicar los ETFs-, sino que los propios mercados están compitiendo por atraerlos a sus plataformas.
Esta pelea se plasmó ayer en el anuncio del Nasdaq de que va a lanzar un mercado específico para estos fondos. Y no sólo eso, sino que ha desplegado la alfombra roja para atraerlos, ofreciéndoles todo tipo de servicios que los ayuden en la "crítica fase de incubación" con el fin de que los nuevos ETFs se consoliden y obtengan la liquidez que es la clave de su éxito.
Para proporcionar esa liquidez, el Nasdaq contará con brokers especializados. Con este fin, pretende reconvertir a los antiguos especialistas -las firmas que cruzaban las operaciones en el parqué de Wall Street-, que han sido retirados de la circulación por la pujanza de los sistemas electrónicos. Asimismo, el propio Nasdaq ofrecerá el capital inicial (capital semilla) para los ETFs que lo necesiten.
A finales de agosto, había 546 ETFs cotizando en los mercados norteamericanos, con un patrimonio total superior a los 500.000 millones de dólares, lo que supone un crecimiento del 41% interanual. En los últimos meses se ha desarrollado una nueva generación de ETFs que replican índices basados en fundamentales (compuestos por los valores más baratas o con mayor crecimiento o que pagan más dividendo, entre otros muchos criterios), que amplifican los movimientos de los índices (ETFs apalancados) o que se mueven al revés de los índices para ganar cuando estos bajan (ETFs inversos).
El grueso de estos productos se encuentra en la Bolsa de Nueva York (NYSE Euronext) y, sobre todo, en el American Stock Exchange (Amex). Ambos también han puesto en marcha importantes esfuerzos para ayudar a los ETFs en su desarrollo. Ellos también ofrecen incentivos a los especialistas para dar liquidez a los nuevos productos y a aquellos menos negociados, además de patrocinar nuevos lanzamientos y de desarrollar sus propios índices de referencia. El Amex ofrece la mayor gama de servicios y su mayor experiencia, y el NYSE su plataforma tecnológica Arca.
Hasta ahora, el Nasdaq era el más rezagado en esta carrera, aunque contaba con el famosísimo PowerShares QQQ Trust que replica el índice Nasdaq 100, el segundo ETF más negociado del mundo por detrás del Spider, que imita los movimientos del S&P 500.
Esta iniciativa demuestra las bondades de la competencia, también en el campo de las bolsas. Cuando hay varios mercados peleando por desarrollar un producto, es seguro que su crecimiento va a ser explosivo con el consiguiente beneficio para el inversor (y para el mercado que promueve ese negocio), que es de lo que se trata.
Por el contrario, cuando lo que se hace es unificar todos los mercados en uno -y con el único fin de venderlo a un grupo multinacional más grande-, lo que se hace es crear un monopolio. Y ya se sabe que los monopolios no son lo mejor para la innovación. Así nos vemos en España, donde los ETFs han tenido que superar todo tipo de trabas legislativas y fiscales (y siguen estando discriminados frente a los fondos tradicionales), donde son unos perfectos desconocidos para la mayoría de los inversores y de los brokers, donde sólo se mantienen gracias al impulso de un par de promotores (BBVA y Lyxor) y donde los productos sofisticados que triunfan en EEUU son una utopía. Qué envidia.