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Los resultados de Goldman Sachs demuestran para qué sirven las posiciones bajistas

Ainhoa Giménez, Bolságora
21/09/2007 - 0:51
Sede de Goldman Sachs en New Jersey Foto: Bloomberg

Los resultados publicados ayer por dos gigantes de Wall Street, Bear Stearns y Goldman Sachs, fueron tan opuestos y tan espectaculares (el primero en sentido negativo y el segundo, en positivo) que deberían enseñarnos varias lecciones muy importantes para cualquier inversor.

La primera podría ser que siempre hay oportunidades en cualquier entorno de mercado; sólo hay que saber aprovecharlas. La segunda sería que, en este mundo salvaje que son los mercados, sólo los más listos triunfan mientras que los mediocres se hunden; y el más listo es Goldman, sin ninguna duda. Y la tercera es que las posiciones bajistas son algo muy útil y con lo que se puede ganar muchísimo dinero; lo de Goldman es una demostración palmaria.

Empecemos por Bear Stearns. El banco de inversión, al igual que Lehman Brothers y Morgan Stanley, hizo lo lógico: acusar el golpe de la crisis hipotecaria y su extensión al mercado global de crédito. La diferencia es que, si Lehman apenas tenía exposición a los activos cuyo precio se ha hundido y Morgan tenía sólo un poco, Bear la tenía toda. Era de esperar, después de que esta firma fuera la primera en tener que liquidar dos 'hedge funds' atrapados en activos respaldados con créditos con un valor cero de sus participaciones.

El resultado fue que su beneficio se hundió el 61% en el trimestre, hasta su nivel más bajo en cinco años, 171,3 millones de dólares. Sus ingresos cayeron el 37% hasta 1.330 millones. En ambos casos, Bear Stearns se quedó muy por debajo de las previsiones del consenso. Aunque trató de maquillar el desastre con el anuncio de recompras de acciones (¿con qué dinero?, se preguntan algunos), los analistas auguran tiempos muy difíciles para volver a la senda del crecimiento con una crisis que todavía va a durar.

Goldman juega en otra liga

Bear, Morgan, Lehman... Todos la misma historia. Menos Goldman. Ellos demostraron ayer que juegan en otra liga en la que -salvo que J.P. Morgan o Merrill Lynch demuestren lo contrario- no hay nadie más. No es que su beneficio no bajara tanto como el de Bear Stearns, ni siquiera tan poco como el de Lehman, es que subió. Y no un poquito: ¡Un 79%! Ahí es nada. Ganó 2.850 millones, con unos ingresos de 12.330 millones (el 63% más).

En el trimestre más duro de los últimos años para los bancos de inversión, Goldman logró uno de los más rentables de su historia (su rentabilidad medida por el ROE subió del 31,6% al 36,6%). Los analistas no salían de su asombro al conocer la noticia. Y cuando reaccionaban, lo entendían perfectamente. ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie más?

No observar, actuar

¿Qué hizo Goldman para conseguir este milagro? Fácil: no limitarse a identificar un mercado, el hipotecario, que iba a hundirse (cosa que más o menos todo el mundo veía), sino actuar en consecuencia. Se puso bajista en el mercado de bonos respaldados con créditos hipotecarios (las cédulas que conocemos en España, aunque con múltiples variantes) y se forró con su desplome. Algo que sirvió para cubrir completamente las pérdidas -que las tuvo, de 1.710 millones- en este negocio, sino que le proporcionó ese espectacular beneficio. Y aún le sobró para amortizar 1.500 millones de préstamos dudosos para compras empresariales.

Aparte de esta jugada maestra, el banco logró un aumento del 64% de los ingresos del negocio de asesoría en fusiones y adquisiciones, y también lo hizo muy bien en el trading de renta fija, divisas, materias primas y mercados emergentes.

Al final del día, empezaron a correr los rumores sobre cuál será el tamaño de los despidos en Bear Stearns y sobre cuál será el tamaño del bonus en Goldman Sachs. Lo dicho, en un negocio tan despiadado, sólo los fuertes ganan.