Las autoridades chinas permitirán invertir fuera del país en una amplia gama de productos. China se ha convertido en la 'gran esperanza amarilla' de los mercados mundiales ante la previsible reducción de la liquidez mundial (subidas de tipos, escalada de la rentabilidad de los bonos, proceso de desapalancamiento, etc.)
Y empieza a demostrar por qué. Ha aprobado una ley que permitirá a sus habitantes invertir en mercados extranjeros. El primero que se ha disparado es el más cercano, Hong Kong. Claro que, detrás de esta norma, hay una intención política respecto a la ex colonia británica.
La nueva ley añade los brokers y las gestoras de fondos a las entidades que pueden canalizar el dinero de sus clientes hacia los mercados extranjeros. Eso sí, hay una serie de requisitos -patrimonio mínimo, antigüedad- para las entidades, así como para los activos en que podrán invertir sus clientes: se permiten acciones, bonos, ADRs, REITs (un tipo de fondo inmobiliario muy popular en EEUU y Europa), derivados financieros y titulizaciones. Quedan fuera de la norma los inmuebles, los metales y materias primas y, cómo no, ponerse bajista en acciones.
Estas medidas, que entrarán en vigor el 5 de julio, tendrán como principal consecuencia el lanzamiento de fondos de inversión denominados en yuanes, la moneda china, en vez de en divisas extranjeras. Lo cual puede provocar una fuerte entrada de patrimonio si se hace realidad la esperada apreciación del yuan (los chinos podrán comprar más acciones o bonos extranjeros con los mismos yuanes).
¿Se han vuelto las autoridades comunistas partidarias del liberalismo y de la libre circulación de capitales? La respuesta es que no, pero que, como siempre, utilizan medidas que lo parecen para sus fines políticos. En este caso, los fines son la conmemoración de la revuelta de Tiananmen (el 4 de junio) y, sobre todo, el décimo aniversario de la entrega de Hong Kong por el Reino Unido. La jugada es calentar el mercado de la antigua colonia para generar el mensaje propagandístico de que el Gobierno chino está haciendo ricos a los hongkoneses.
De momento, han tenido éxito, porque el índice Hang Seng se ha disparado en los últimos días por las expectativas de que el primer destino de ese dinero que ahora puede salir de China será Hong Kong. Total, liquidez hay de sobra en el recalentado mercado chino (Shangai y Shenzen), y tampoco le viene mal al Gobierno dejar salir algo de liquidez para enfriarlo. Hay que tener en cuenta que los mercados de China continental cotizan con un PER 45, mientras que el de Hong Kong es de 19 veces.
Antes del cambio de la norma, habían salido 17.000 millones de dólares de las entidades chinas rumbo a los mercados extranjeros. La apertura actual puede elevar esa cifra a 400.000 millones, según estimaciones de HSBC. Una cifra que no se va a quedar en Hong Kong, sino que fluirá hacia los principales mercados mundiales.
Otras fuentes estiman que, sumando este efecto y la capacidad de los bancos chinos para invertir fuera sus propios fondos, pueden salir del país 2,3 billones de dólares. Una cantidad que puede paliar ese fin de la liquidez ilimitada en Occidente que ha hecho subir a todos los mercados sin distinción en los últimos cuatro años.
Ahora bien, no ocurrirá de la noche a la mañana. No se espera que hasta el año que viene se haya establecido la infraestructura necesaria en el país para la administración y custodia de estas inversiones en el extranjero.