Cuando una economía tiene un crecimiento record, es difícil vender la idea de que está perdiendo fuelle.
La revisión del PIB americano ha aumentado el crecimiento de 4,8% a 5,3%. Por mucho que los economistas esperaran una cifra aún más alta (5,8%), es impresionante. Se sabe que una parte del vigor tiene su origen en el crecimiento anormalmente bajo (1,7%) del trimestre anterior, tras los efectos del huracán Katrina. Por lo tanto, tomar el pulso de la economía obliga a hacer la media de los dos últimos trimestres y a comparar los resultados con el crecimiento observado en 2005, que también fue disminuido por la debilidad del crecimiento del PIB a finales de año.
A primera vista el resultado es decepcionante y muestra un crecimiento global del 3,5%, exactamente en línea con la expansión en 2005. Hay que bucear más para llegar al fondo de las estadísticas. Por ejemplo, interesémonos solamente por las ventas domésticas, una cifra crucial para explicar la inflación según la Reserva Federal. Tenemos un crecimiento del 2,6% frente a 3,8% para el conjunto del 2005. ¡Es decir, una desaceleración que gira en torno a un tercio del crecimiento! El desglose de la estadística también es llamativo. Ni el sector público, ni las empresas contribuyen al frenazo. El consumo de las familias baja del 3,5 al 3% y la inversión en vivienda se reduce aún más al pasar de un crecimiento del 7% en 2005 al 3% en los dos últimos trimestres. En resumen, diga lo que diga el mercado, la economía disminuye lo que se debe, en su totalidad, a la moderación de los gastos de las familias. ¡Es exactamente lo que desea Ben Bernanke!
Claro que esta moderación debería ser confirmada en el segundo trimestre para poder marcar una nueva tendencia. Otro asunto es saber si será suficiente para calmar las preocupaciones inflacionistas aunque los datos de los precios publicados con el PIB ya sean alentadores. La inflación baja del 3,7% en el tercer trimestre de 2005 a 2,9% en fin de año y a 2% en el primer trimestre de 2006. En cuanto a la inflación subyacente, baja desde un 2,4% a finales de 2005 hasta el 2% en el primer trimestre. Es un buen resultado pero también requiere confirmación.
En el corto plazo, no debe sorprender la reacción optimista de Wall Street. Pero el auténtico relato está en otra parte: si el crecimiento pierde fuelle y la inflación empieza a moderarse - con el riesgo de tener pequeños picos mensuales - Ben Bernanke dispondrá en junio de argumentos más sólidos para justificar sus opciones hasta ahora duramente criticadas en Wall Street.
Hasta entonces, es probable que resurjan las previsiones que apuntan a una estabilidad de los tipos de la Fed, a la estabilización de los rendimientos de los bonos y a una depreciación adicional del dólar. Es probable también que disminuyan los riesgos sobre la renta variable aunque creemos que la mejoría sería provisional. Los analistas deberían valorar con rapidez el efecto de la desaceleración en las cuentas de las empresas, con el riesgo de que concluyan que se ha alcanzado ya el techo cíclico de los márgenes de Corporate America. Wall Street perdería uno de sus pilares para seguir subiendo.