La denominación efecto enero se aplica en los medios a una gran cantidad de fenómenos. De esta forma, se llama así a la supuesta subida de los mercados en general en el primer mes del año como consecuencia de la reestructuración de las carteras, pero también a la habitual caída de los primeros días del año como corrección al no menos famoso 'rally de Santa Claus' con el que la teoría dice que acaba el año.
Sin embargo, el genuino 'efecto enero' no es ninguno de los dos, sino un comportamiento que sí es estadísticamente significativo y que ha sido muy estudiado en EEUU: el mejor comportamiento relativo de los valores pequeños respecto a los grandes en los días finales de un ejercicio y los iniciales del siguiente.
El conocimiento de este fenómeno provoca que se retroalimente, puesto que la gente compra masivamente valores pequeños en esta época, lo que les hace subir todavía más de lo que habría sido normal. Con la agravante de que estos valores estrechos se mueven con mucha fuerza con cantidades de dinero relativamente pequeñas.
Además, existe un problema añadido: los spreads (diferenciales). En estos valores, los precios de compra y los de venta pueden distanciarse una barbaridad en momentos de gran demanda como el actual; hasta tal punto, que los spreads pueden anular la rentabilidad que habría tenido esta estrategia si se hubiera podido comprar el título a un precio "normal".
Mark Hulbert, editor de Hulbert Financial Digest, propone una forma de evitar estos problemas: comprar futuros. Como es bien sabido, los futuros son contratos que permiten comprar un activo (índice o valor concreto) en una fecha futura. Además, no hace falta poner el importe total de la inversión, lo que permite el apalancamiento (las ganancias o pérdidas se calculan sobre una cantidad muy superior al dinero que realmente se pone).
Los futuros sobre índices de valores pequeños se calculan sobre el precio medio entre la compra y la venta de las acciones que lo componen; es decir, permiten comprar por debajo del precio de compra de los títulos y vender por encima del precio de venta. En EEUU, el índice más popular de small caps es el Russell 2000, cuyo futuro es muy líquido y está a disposición de cualquier inversor a través de numerosos brokers españoles.
Si quieren hacerlo más sofisticado, Hulbert les propone completar la estrategia con la venta de futuros sobre el S&P 500, el índice de los grandes valores. Igual que comprar un futuro supone ponerse alcista en el índice correspondiente, venderlo implica ponerse bajista. Con esta doble estrategia -alcista en valores pequeños y bajista en los grandes- se consiguen dos cosas. La primera es multiplicar las ganancias de ese diferencial entre el comportamiento de ambos grupos, ya que se gana tanto por la subida de los pequeños como por la caída de los grandes. La segunda es un colchón de seguridad: no importa que el Russell 2000 baje; mientras baje menos que el S&P 500, la estrategia gana dinero.
Los precedentes a favor de esta estrategia son abrumadores: suponiendo que se abre el 20 de diciembre y se cierra el 9 de enero, ha sido rentable en 21 de los 23 últimos años; y la mayor rentabilidad para la estrategia se obtuvo precisamente el año pasado.