Pymes y Emprendedores

¡No derroche energía! Pautas para ahorrar en sus facturas de luz y gas

  • Equipar la oficina con aparatos de certificado 'Energy Star' puede recortar en un 30% su gasto.
  • Cada grado por debajo con el que regulemos el termostato supone 40 euros menos al año.
Imagen de Istock.


Dejar luces y ordenadores encendidos, gastar papel, tener los sistemas de refrigeración o calefacción en niveles por debajo o por encima de lo razonable, disponer de equipos informáticos obsoletos, con un gasto de energía muy superior...

Éstos son sólo algunos de los ejemplos de los desagües energéticos por los que se va parte de la cuenta de resultados en una empresa. Sin apenas notarlo ni saber muy bien cómo controlarlo, que es lo peor.

Para muestra... algunos datos del Instituto Español de la Energía. Sólo el 9 por ciento de las pymes tienen sistemas de aprovechamiento de calor o frío; una de cada cuatro lleva en la actualidad planes de ahorro energético y, en fin, desconocen en su mayoría los programas y subvenciones en materia de eficiencia energética (dos puntos sobre diez).

Pero, cuidado, porque la clave no está en el extremo contrario: dejo de usar los ordenadores porque gastan, dejo la oficina en penumbra... Como explica David García Montejo, consultor medioambiental de Gemap, "la clave está en reducir el consumo de energía por unidad de producto, es decir sin que afecte a la producción general". Algo que se traduce en que no se trata de fabricar menos sillas para así gastar menos; sino al contrario, fabrico las mismas sillas, pero para hacerlo gasto menos energía.

Y para ello hay que detectar dónde se producen las pérdidas energéticas, algo que, si se trata de una empresa pequeña u oficina es relativamente sencillo, "se puede actuar como se hace en un hogar, con cuidado y sentido común", pero que si consideramos una empresa de mayor dimensión requerirá más trabajo e incluso recurrir a profesionales para que elaboren un plan de ahorro energético.

Si opta por lo segundo, sepa que este tipo de trabajos no tienen un coste fijo. Normalmente, los auditores energéticos facturan en base a los ahorros que proporcionan a la empresa: un 10, un 20 por ciento de la factura...

Los epígrafes que se analizan son cinco básicos: hábitos de consumo, equipos de calefacción y climatización, equipos eléctricos, equipos de iluminación y aislamiento térmico de la instalación. Como se ve, no distan demasiado de lo que cualquiera puede analizar en su propio hogar u oficina. Veamos con detenimiento qué acciones se pueden emprender para ahorrar un mínimo de un 10 por ciento en su factura eléctrica anual.

Tecnología adecuada:

Los equipos informáticos más nuevos introducen ya parámetros de consumo de energía mucho más reducidos. Ocurre como con los electrodomésticos de marca blanca, que incorporan parámetros de eficiencia energética, del A al D, en función del menor o mayor consumo.

Como norma general, debe buscar el certificado Energy Star, una etiqueta que gestiona la Comisión Europea y que indica que el fabricante se ha preocupado de cuestiones medioambientales y de reducir al máximo el consumo.

Este certificado se puede encontrar en medio centenar de gamas de producto, incluidos los informáticos y de iluminación, y el ahorro total que se puede obtener, según informan desde Energy Star, alcanza el 30 por ciento de la factura eléctrica.

Mantener la temperatura a raya:

Ahorrar energía, sin casi darnos cuenta, equivale a mantener la temperatura de la oficina o nave en un nivel que sin dejar de satisfacer el confort se ajuste a una media adecuada, que se supone no bajar de 24 grados en verano ni subir de 21, en invierno.

A partir de ahí, cada grado menos al regular el termostato reportará un ahorro de 40 euros al año, en un espacio de dimensiones pequeñas, como el de una oficina o despacho.

Habitáculos aislados:

La mejor forma de no derrochar aire acondicionado o calefacción es disponer de un buen aislamiento térmico. Los materiales de aislamiento se aplican a muros exteriores, techos o cubiertas y requieren obra nueva o rehabilitación. Sin embargo, desde el Instituto de Diversificación y Ahorro Energético, Idae, aseguran que la inversión se recupera entre los cinco y los siete años siguientes, gracias al ahorro en las facturas de luz y gas. Además, existen ayudas públicas que cubren alrededor del 20 por ciento del gasto de la obra.

Aprovechar la luz solar:

En este tema se repara muy poco. El mero hecho de reorganizar las mesas en una oficina para aprovechar mejor la luz solar y evitar el encendido de tanto fluorescente ya supone un ahorro. A lo que hay que añadir otro recorte en la factura de luz si el empresario apuesta por jornadas intensivas en las que los empleados salgan a las seis de la tarde como muy tarde.

Edificios con certificación energética:

La mejor forma de racionalizar el consumo de energía es partir de cero. Si busca un local para su negocio, localice primero un edificio que cuente con la certificación energética máxima. Como ocurre con los frigoríficos, a los inmuebles de nueva construcción se les asigna una clase energética de eficiencia que variará desde la clase A, para los energéticamente más eficientes, a la clase G, para los menos eficientes. ¿Qué aspectos mide esta certificación? Desde los aislamientos hasta la intensidad de los reguladores de luz, calor, frío...