Pymes y Emprendedores

En España sólo 300 personas son cazatalentos y el líder no factura más de seis millones de euros

    Ignacio Bao ha conseguido en tres años situar su firma a la altura de las grandes.<i>Foto:Archivo</i>


    Ignacio Bao insiste: "Yo sólo soy una persona normal". Pero lo dice con la boca más bien pequeña. Porque a continuación se declara abiertamente un amante del riesgo."Me decidí por esta profesión aunque las ofertas que me llegaban eran de otros sectores; y opté por especializarme en banca y servicios a profesionales, una vez que conocí a las vacas sagradas del headhunting",señala.

    Su paso por dos de las grandes firmas del sector de los cazatalentos -Neumann y Heidrick & Struggles- le sirvió para curtirse: "En Neumann me tocó abrir oficinas en sitios tan dispares como Tirana, Budapest y Estambul. Aún recuerdo la escena: negociando con unos turcos que trabajaban para PricewaterhouseCoopers en la Torre de Galatasaray, mientras veíamos entrar el sol en el Cuerno de Oro. '¿Qué hago yo aquí?', me pregunté".

    En Heidrick & Struggles vivió la salida a Bolsa de la compañía. Un hecho que cambió el modelo de la firma y le hizo pensar en un cambio de trabajo. "Mis clientes me pidieron que siguiera en lo mismo y mis competidores empezaron a hacerme ofertas. Pensé que igual yo hacía las cosas diferentes", aclara.

    Así que fundó Bao & Partners en 2004. Una empresa que empezó facturando un millón de euros y prevé cerrar este año con más de cuatro millones.

    Mérito si hacemos caso a las cifras que maneja Ignacio Bao del sector. "El mercado español debe rondar los 150/170 millones de euros, hay sólo unas 300 personas que se dedican a esto y el líder, que suele ser cambiante, no factura más de seis millones de euros", comenta convencido.

    Clientes

    "Casi todos los bancos, cajas de ahorro y muchas firmas de capital riesgo son nuestros clientes. También hemos ayudado a entrar en España a casi todos los despachos internacionales de abogados. Vamos, que trabajamos con todos los names", aclara.

    Si hoy en día resulta habitual introducir conceptos en inglés en una conversación en castellano, en el caso de Ignacio Bao es imprescindible. Quizá porque los 30 empleados de su compañía suman 12 nacionalidades; o quizá sea por su responsabilidad como presidente de Signium desde hace un año, una red de cazatalentos internacional que le obliga a dividir cada mes de esta forma: una semana en Estados Unidos, dos semanas "pegando botes por Europa" y la que resta en España.

    Así, no extraña demasiado que diga que su móvil funciona con horario americano, que duerme como mucho cinco horas y media al día y que llega a casa siempre después de las diez de la noche, "con House empezado". Bao es padre de dos hijos a los que confiesa que no ve demasiado: "Aunque hago auténticas machadas por estar algo de tiempo con ellos".

    Cambios en la profesión

    Mucho ha cambiado la figura del cazatalentos. Una profesión para cuyos orígenes hay que viajar hasta Chicago. "El tipo que la inventó -recuerda Bao- decidió que se podía cobrar y vivir por buscar personas y que la tarifa que se establecería es un tercio de su sueldo. Así de sencillo".

    Como al ser humano, a veces basta el paso del tiempo para darle también madurez a las cosas. Y en diez años, el headhunter ya no es lo que era. "El cliente quiere a alguien que conoce el sector casi tanto como él. Y esto ha generado que los perfiles sean cada vez más especializados", dice Bao.

    Aunque le quita mucho misterio a su profesión cuando matiza: "Aún tiene mucho de la Bruja Lola. Muchos creen que trabajamos con una bola de cristal buscando a gente, pero por suerte se ha popularizado un poco y se empieza a ser consciente del impacto brutal que tienen nuestros fichajes".

    Se resiste a dar nombres, aunque rápidamente explica por qué. "No es que haya prohiciones en nuestro sector, pero lo cierto es que está muy mal visto vanagloriarse de un fichaje", comenta.