El truco para negociar que aprendió la empresaria Bethenny Frankel: "Ha cambiado mi vida"
- Frankel firmó su contrato sin conocimientos de negocios ni financieros
- Descubrió una cláusula que no le gustaba y consiguió que se eliminase
- Las consecuencias de ese acto cambiaron la industria del entretenimiento
Iago Eguileta
Madrid,
Bethenny Frankel es una empresaria, escritora y personalidad televisiva estadounidense, con un patrimonio neto estimado en 80 millones de dólares. Cuando hizo el casting para "The Real Housewives of New York City", la misma no tenía mucho dinero y no contaba con destreza en negocios, aunque comenta que sí era capaz de discernir cuando algo no iba bien en un contrato.
Frankel se convertiría posteriormente en una emprendedora millonaria y hecha a sí misma. Sin embargo, para la primera temporada de dicha serie aceptó un pago de tan solo 7.250 dólares. La hoy famosa explicaba que nunca permitió a la cadena estadounidense de televisión por cable, Bravo TV, llevarse ningún porcentaje de los ingresos que ella misma obtuvo por su cuenta, fuera de la Televisión. "Este movimiento ha cambiado mi vida", afirma.
¿Por qué fue una buena jugada?
"El contrato ponía 7.250 dólares, lo cual no discutí, porque era una doña nadie y no tenía nada. Pero algo dentro de mi me hizo entender conceptualmente que la cláusula sobre el porcentaje estaba mal, y que lo mío tenía futuro. Estaba segura de que iba a triunfar, y nadie más se iba a llevar una parte de mis éxitos", detalla Frankel. Entonces, la misma tachó la cláusula, y Bravo TV estuvo de acuerdo.
Un año después, en 2009, la actriz fundó la marca de bebidas alcohólicas bajas en calorías Skinnygirl, que en sus comienzos vendía margaritas preenvasados y bajos en calorías. Y ya en 2011, su empresa de alcoholes era la que más crecía en todo Estados Unidos, de acuerdo con los informes de Technomic o Huffington Post en 2012.
Por si fuera poco, un tiempo después Frankel vendió Skinnygirl Cocktails (la rama dedicada a este tipo de bebidas) a Beam Global por alrededor de 100 millones de dólares, conservando los derechos por el nombre "Skinnygirl". La misma dice que fue entonces cuando desde la cadena de televisión se dieron cuenta de su error.
La 'cláusula Bethenny'
"Cuando vi el artículo de The Hollywood Reporter y cuando salió la portada de Forbes, tras la venta de la porción de mi empresa dedicada a los cócteles a Beam Global por mucho dinero, Bravo despertó", añade Frankel. Su éxito financiero provocó que desde la cadena de televisión impusiesen a sus futuras estrellas de 'reality' la cesión de un porcentaje de sus ingresos fuera de la televisión. "Crearon lo que hoy la industria llama la 'cláusula Bethenny', y que consiste en que cualquiera que participe en un 'reality' televisivo debe dar un porcentaje a sus autoridades", comenta Frankel.
Tras aquella jugada, la empresaria expandió su marca a las palomitas, los aderezos de ensañada, el café y los suplementos. Y en la actualidad, la compañía se ha diversificado hasta tal punto que entre sus productos ofertados se encuentran chaquetas, vestidos o vaqueros. Así, en los últimos años de su trayectoria, que incluyen también otros emprendimientos, apariciones televisivas y labores filantrópicas, Frankel dice haber aprendido una valiosa lección: jugar siempre en el largo plazo.
"Yo no era una mujer de negocios. No poseía conocimiento institucional ni experiencia del estilo. Simplemente leí un contrato, algo no me gustaba y me aseguré de eliminarlo. Sus consecuencias cambiaron la industria del entretenimiento y sus prácticas. Entonces, no asumas nunca que alguien es más inteligente que tú", sintetiza la hoy millonaria.