Los últimos días habían estado repletos de señales claramente alcistas. La capacidad de recuperación de los índices, a pesar de que hay razones para bajar como las dudas sobre la economía, la inquietud sobre los resultados o el desplome de las materias primas, está fuera de toda duda.
Puestas así las cosas, no quedaba más salida que subir. Y lo habitual en estos casos es una subida contundente que despeje todas las dudas y demuestre quién manda en el mercado. Que es lo que tuvimos anoche en Wall Street.
El Dow Jones se anotó el 0,59% y superó su anterior máximo histórico de cierre del 27 de diciembre: cerró en 12.514 puntos. El S&P 500 avanzó otro 0,63% y el Nasdaq volvió a encabezar la escalada con un tirón del 1,04% hasta máximos de seis años.
Esta reacción alcista demuestra a las claras que el dinero no está asustado por las incertidumbres del escenario actual; en todo caso, se está trasladando de los sectores más rentables de 2006 a otros con mayor potencial. Y el elegido es la tecnología. Ayer el gran protagonista del sector fue Microsoft, con un tirón del 3,5%. Por el contrario, Apple se tomó un respiro después de dos días de euforia y corrigió el 1,2%.
No hubo datos relevantes en EEUU; hoy sí los habrá: los precios de importación y, sobre todo, el dato crucial de las ventas minoristas.
Lo que no da respiro es el petróleo. Ayer prosiguió su caída hasta tocar mínimos de 20 meses en 51,88 dólares. El dólar volvió a subir hasta dejar al euro por debajo de los 1,29 dólares. También continuó el castigo a los bonos, cuyo precio volvió a caer, llevando su rentabilidad al 4,74%, máximo de dos meses.