Tercera y última entrega de la entrevista a Mister X, el analista internacional más políticamente incorrecto del mercado. Hoy nos ofrece su visión sobre los riesgos que se ocultan detrás de las previsiones y advierte de que si EEUU crece más de lo previsto, algo que nadie comenta, las bolsas lo pasarán mal.
En la primera parte de la entrevista explicó que las empresas han encontrado la piedra filosofal para mantener el crecimiento de los beneficios, pero el mercado duda de su sostenibilidad y por eso las valoraciones son bajas a pesar de las subidas y de la ingente liquidez. En la segunda comentó los informes estratégicos de los brokers para concluir que la fuerza de los mercados en 2006 dificulta, por simple inercia, dar una previsión fuera del consenso. Hoy nos ofrece su visión sobre los riesgos que se ocultan detrás de las previsiones.
P: Mister X, los lectores están un poco perdidos. Por un lado, usted cuestiona la unanimidad de las previsiones y, por el otro, reconoce que es bastante fácil justificar un alza de entre el 8% y el 10% de la renta variable en 2007.
R: Ése es exactamente el problema con que nos encontramos. La buena salud de las empresas -hablamos en el nivel internacional- hace que los analistas cuenten con una autopista para extrapolar a 2007 lo ocurrido en 2006, aunque con menos fuerza. Y sabemos que, históricamente, esta psicología favorece los errores colectivos. Ahora mismo, todas las discusiones entre analistas se centran en saber si Europa o Wall Street van a subir un 5% o un 10% este año. No tengo ni una idea y me importa un pito. La pregunta de verdad, después de cuatro años de recuperación, es si hemos visto ya el techo de la bolsa en el corto plazo. Digo en el corto plazo porque estoy convencido que, a dos o tres años vista, seguiremos teniendo unas bolsas alcistas.
P: ¿Y entonces?
R: La verdad es que no me extrañaría que los índices terminaran en 2007 por debajo de 2006. No me cuesta mucho construir este tipo de previsión: es algo posible por defecto de ser probable.
P: Los analistas dicen que el riesgo sigue siendo un aterrizaje brusco en Estados Unidos, pero que la Fed hará todo lo posible para evitar un 'efecto contagio'.
R: Es verdad, pero insuficiente. No creo que el peligro de verdad sea una recesión en Estados Unidos. Claro que, en ese caso, la renta variable bajaría; pero efectivamente la Fed bajaría los tipos, y rápidamente dado el pragmatismo de Ben Bernanke.
P: Si el peligro no es una recesión, ¿dónde están los riesgos?
R: En lo que llamo 'el cuadrado mágico', los cuatro pilares que sostienen a los precios: tenemos primas de riesgo baratas, márgenes empresariales en máximos, tipos a largo históricamente muy bajos y un apalancamiento del sector privado que no podemos ignorar. No son tendencias sostenibles, y nadie sabe hasta qué punto la renta variable puede aguantar las malas noticias. Personalmente, creo que tenemos un mercado tremendamente vulnerable a un golpe de credibilidad y a un alza abrupta de la volatilidad. Algo parecido a la corrección de mayo-junio, que fue -no hay que olvidarlo- curada por las palabras de Ben Bernanke. ¿Pero qué pasaría si la Fed no estuviera en disposición de calmar los mercados?
P: ¿Pero por qué la Fed no iba a poder rescatar al mercado otra vez?
R: Por el asunto del crecimiento. ¿No le sorprende que casi nadie hable del riesgo de tener un crecimiento mayor del previsto en Estados Unidos? Algo que no se puede descartar, algo que podríamos llamar 'la revancha de la economía': más demanda interna, más PIB y, probablemente, bastante inercia de la inflación.
P: ¿Con qué consecuencias para los mercados?
R: Seguramente, cambiaría radicalmente el consenso sobre los tipos a corto, también cambiaría la agenda de la Fed, y tendríamos más preocupaciones sobre el nivel de los tipos monetarios en el mundo, dudas recurrentes sobre el dólar y muchos ingredientes que anunciarían un aumento significativo de los tipos a largo. Algo, entre paréntesis, que no descartan algunos analistas técnicos (dentro de los cuales me parece que está Bolságora). A lo mejor estamos en la antesala de un aumento serio de los tipos a largo, y la renta variable tarda en reaccionar. Cabe recordar que los mismos factores que impulsarían una subida de los rendimientos de los bonos podrían también presionar los márgenes de las empresas. En ese caso, tendríamos una renta variable que se movería al revés del consenso: muerte de las esperanzas de un aterrizaje suave, reconstrucción de las curvas de tipos, decepciones en los beneficios de las empresas pese al crecimiento económico y, al final, una seria corrección de la renta variable.
P: ¿Y cómo se puede gestionar este riesgo?
R: Veamos. Vender ahora la renta variable no tiene sentido. Luchar contra la tendencia es arriesgado y hay argumentos para subir a corto plazo. Pero el inversor debe entender que los mercados se apoyan en fundamentales cada vez menos sostenibles. Tendremos una corrección, pero no sé si será dentro de un mes o de un año, ni dónde se oculta ahora el detonante. Lo que yo sé es que tenemos dos posibles candidatos para provocarla: los tipos a largo y el dólar. Es algo que no invita a hacer grandes apuestas y que tampoco invita a favorecer la vieja Europa, como recomiendan muchos analistas. Los inversores tuvieron en julio una buena oportunidad para abrir posiciones en un nivel razonable. Se ha cerrado esa ventana, y me parece bastante temerario comprar en los niveles actuales, salvo casos puntuales, por supuesto. Tampoco compro la renta fija, que se encuentra ahora en una zona crítica a medio plazo. Me gusta el oro, porque sigue siendo un activo que atrae interés sea cual sea el entorno económico. También me gusta el petróleo por debajo de los 58-60 dólares: tenemos una buena ecuación de riesgos si, detrás de la debilidad actual, se oculta una recuperación más sólida tras un 're-rating' (subida de estimaciones) de la demanda mundial. ¡Pero no quiero luchar contra el calentamiento global!