Esté viernes se cumplen 50 años del estrenó en EEUU de Tiburón. En España tuvimos que esperar hasta diciembre. Fue el 20 de junio de 1975 cuando un Steven Spielberg de 27 años cambió para siempre el concepto blockbuster y también la sensación de los bañistas en las playas. Medio siglo después, Tiburón sigue siendo un referente, pero también un ejemplo de cómo una obra maestra puede emerger del caos más absoluto. Porque el rodaje casi acaba devorando al entonces prometedor director, de 27 años. Por cierto, el que fuera el director más taquillero de Hollywood durante tantas décadas, con permiso de Marvel, está en las playas (de Mallorca). ¿Se bañará con miedo?
50 años después del estreno de Tiburón (Jaws, 1975), el clásico que cambió para siempre el cine de terror y alumbró la era de los blockbusters, siguen saliendo a la superficie los detalles de su caótico y problemático rodaje. Pese a su éxito estratosférico —recaudó 476 millones de dólares a nivel mundial—, la película de Steven Spielberg estuvo a punto de devorar al director, de naufragar. Y no precisamente por falta de un barco más grande.
La producción se fue más de 100 días por encima del calendario previsto y casi triplicó su presupuesto original. El joven Spielberg, que entonces tenía solo 27 años y era un completo desconocido en la industria, fue elegido por los productores Richard D. Zanuck y David Brown tras quedar poco convencidos con otras opciones. Su ópera prima, The Sugarland Express (Loca Evasión), ni siquiera se había estrenado cuando le ofrecieron adaptar la novela Jaws de Peter Benchley.
El presupuesto inicial era de 3,5 millones de dólares y se planeaban 55 días de rodaje. Pero el terminó alargándose a más de 150 jornadas y costando 9 millones. El caos fue tal que Carl Gottlieb, coguionista y actor del filme, escribió más tarde que hacer Tiburón fue "comparable a intentar aterrizar en la Luna y regresar con vida". Simplemente, nadie había hecho algo así antes.

El tiburón: una estrella difícil y muy cara
El mayor problema del rodaje tenía nombre propio: Bruce. Así apodaron al tiburón mecánico de más de 7,5 metros que debía dar vida al terror marino. En un primer momento, los productores barajaron utilizar un tiburón blanco real, pero tras una experiencia aterradora con un doble de riesgo atacado en aguas australianas, esa idea se descartó por completo. Para construir al monstruo, se recurrió a Bob Mattley, diseñador veterano de películas como 20.000 leguas de viaje submarino o Flash Gordon, que salió de su retiro para liderar el proyecto. El presupuesto para construir los tres tiburones mecánicos ascendió a 1,2 millones de dólares, y ninguno de ellos fue probado en el mar antes de comenzar el rodaje en las playas de Massachusetts. Los problemas técnicos se multiplicaron: motores corroídos por el agua salada, dientes demasiado blancos que tuvieron que repintarse, golpes que costaban decenas de miles de dólares en reparaciones, y, en una ocasión, el tiburón incluso se hundió hasta el fondo del océano. Apenas funcionaba dos días seguidos, lo que provocó retrasos constantes. El rodaje se extendió hasta julio y las jornadas muertas eran tan numerosas que se tuvo que prohibir el consumo de cerveza en el barco.

Robert Shaw: un cazador de tiburones… Con problemas de alcohol
Otro gran obstáculo fue el comportamiento de uno de los actores principales: Robert Shaw, Quint, el aguerrido pescador de tiburones que araña la pizarra con sus uñas y pide una fortuna a cambio de matar al monstruo y recuperar la tranquilidad de los bañistas. Shaw era un bebedor empedernido, capaz de derribar botelas de whisky, vodka o ginebra con la misma facilidad. Durante el rodaje de una de las escenas más recordadas del filme —el monólogo de Quint a bordo del Orca—, convenció a Spielberg para que le dejara tomar unas copas "para meterse mejor en el papel". Fue un error. Shaw se emborrachó tanto que el equipo tuvo que llevarlo cargado hasta el set. No podía ni mantenerse en pie y la jornada se canceló. A las dos de la madrugada, llamó al director sin recordar nada de lo ocurrido. La escena se repitió días después, esta vez sobrio, y según Spielberg, fue "como ver a Olivier sobre el escenario".

Un éxito con secuelas… Pero sin Spielberg
Tiburón se estrenó el 20 de junio de 1975 y se convirtió en un fenómeno mundial. Impulsó la carrera meteórica de Spielberg, que pasaría a dirigir títulos legendarios como En busca del arca perdida. Sin embargo, el trauma del rodaje dejó una huella profunda. Cuando Tiburón 2 llegó a los cines en 1978, el nombre del director ya no era el suyo, sino el de Jeannot Szwarc. "No volví para las secuelas porque hacer la primera fue una pesadilla", reconoció Spielberg en 2004. "Los problemas con el tiburón fueron interminables. El rodaje fue imposible. Pensé que mi carrera había terminado, porque nadie había llevado una película 100 días fuera de calendario. Tuvo éxito, pero no quise volver a acercarme al agua jamás".