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La moda del futuro ya está aquí: inspiración cibernética e ingeniería



    La gran tendencia definitoria de la temporada es el futuro imposible. El futurismo en su versión 'retro', muy inspirada en el cine, se impone como la moda de la temporada, con lo que se demuestra que este arte es a veces más ficción que realidad.

    Nunca se verán en la calle las actuales y extravagantes propuestas del mundo de la moda, ya sea en su perspectiva más tecnificada, donde se aplica la tecnología a las prendas creando cybervestidos, o en la más gráfica, que se inspira en el cine de temática visionaria y que se ha dado en llamar retro-futurismo, ya que rescata la iconografía y estética de películas como Barbarella o las sagas de Star Trek y la Guerra de las Galaxias.

    Dos corrientes representadas por los dos diseñadores más observados del momento, el turco Hussein Chalayan, que no ha dejado a ninguna publicación indiferente con sus cyber-looks autómatas, y Nicolas Ghesquière para Balenciaga, que se recrea con las heroínas del cómic y las series de ciencia-ficción de segunda categoría.

    La inspiración, en la gran pantalla

    La moda y el cine están íntimamente relacionados. Gracias a la primera se han creado algunas de las imágenes más imborrables del séptimo arte, como la eterna Audrey Hepburn vestida por Givenchy, y otras veces es el cine el que espolea las tendencias en moda, como la fiebre asiática que sobrevino tras Memorias de una Geisha.

    Justamente, se celebra el 30 aniversario del estreno de Star Wars y una de las imágenes que más se repiten sobre pasarela es el de las sexy-cyborgs, mujeres metalizadas en armaduras rígidas en la mejor tradición del dorado robot C3-PO, como se ha puede comprobar en propuestas como la del diseñador ruso Igor Chapurin o la versión plateada de curvas rotundas -que podrían adelantar un cambio secular en la silueta ideal- de los italianos Dolce & Gabbana.

    Incluso el extremismo de la joven estrella británica Gareth Pugh nos lleva al lado más oscuro de la fuerza: las corazas de Darth Vader se mezclan con el geometrismo de las naves espaciales del filme.

    Vinilos y metalizados

    El retro-futurismo de Barbara Bui, Dolce & Gabbana y Balenciaga nos remite a la década de los 60, cuando el vinilo y los metalizados hacían las delicias de Paco Rabanne, Pierre Cardin y André Courreges, que se dejaban seducir por el espíritu de la conquista del espacio desatado por la declaración de intenciones de Kennedy y posteriores películas como 2001: Odisea del Espacio o la Barbarella de Jane Fonda.

    El gran desfile de la temporada lo puso Chalayan, con una performance donde los looks cobraban vida: abrigos y vestidos que se repliegan y transforman solos, o sombreros que menguan o dejan desnuda a la modelo recogiendo los tules que la cubren. Toda una puesta en escena impactante para unas piezas que jamás pasarán de la ficción de la pasarela a la realidad de la calle.

    Nunca más que en este caso, la moda resulta una complicada labor de equipo, donde ya no sólo interviene el diseñador y su equipo -patronistas, estilistas, costureras?- sino que toman parte activa informáticos e ingenieros. Para la mencionada colección, Chalayan ha contado con colaboradores como la compañía de diseño animatrónico 2D:3D que, por ejemplo, se ha encargado de dar vida a los extraños seres de Harry Potter y el Prisionero de Azkaban. ¿Tendremos en el futuro que dejar de ir a la modista y llevar nuestros trajes al mecánico? ¿O es que las modistas también tendrán que saber de ingeniería y tener toda suerte de recambios en sus talleres?

    Portadas y elogios

    Los hombres tampoco se salvan del disfraz espacial. Mientras que a ellas se las transforma en heroínas, a ellos se les reserva el papel de exploradores y habitantes de distantes colonias. Así, Dolce & Gabbana apuestan por la imagen tradicional de los astronautas para sus conjunto más invernales, los pensados para la nieve, y los jóvenes diseñadores, como Romain Kremer o los españoles Locking Shocking fabulan con lejanos planetas.

    El futurismo también seduce a los más rezagados, que perpeturán la tendencia en los próximos otoño e invierno, lo que promete seguir copando portadas y elogios, aunque todo se limite más a una apuesta estética que práctica. En la calle se traducirá escuetamente en un gusto por los metalizados y los complementos de corte futurista, como las gafas de aspecto panorámico a modo de visor. Ahora sólo queda rezar para que esta tendencia no sea el advenimiento de una segunda era del vinilo como la vivida en los 80.