Televisión

La ruina del Hombre de Negro por tratar de eludir los impuestos del sueldazo que cobraba en 'El Hormiguero'

  • Para administrar las ganancias procedentes de su trabajo en Antena 3, Pablo Ibáñez Pérez creó una sociedad llamada Burlesque Noir, investigada por Hacienda

Sara Tejada

Había una sombra en el plató de El Hormiguero. Siempre de negro, siempre enigmático, Pablo Ibáñez Pérez, conocido como el Hombre de Negro, construyó un personaje tan magnético como silencioso. Pero detrás del humo y las luces, había otra historia, menos glamurosa y mucho más complicada. Una que no se libraba con arte o espectáculo, sino con números, leyes y sentencias judiciales.

Entre 2011 y 2014, Ibáñez facturó casi 700.000 euros por su participación en el programa de Antena 3. Para administrar esas ganancias, creó una sociedad llamada Burlesque Noir. Según él, era un vehículo legítimo para manejar su actividad profesional. Según Hacienda, era una herramienta para eludir los altos tipos impositivos del IRPF. Ahora, con las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) en su contra, el Hombre de Negro ha quedado al descubierto: no era tanto la sombra del misterio, sino la del error.

La estrategia que no convenció a Hacienda

Burlesque Noir, en la que Ibáñez consta único administrador y socio, recibió pagos millonarios por su participación en El Hormiguero. Según los magistrados, su función no iba más allá de servir como pantalla fiscal. A través de esta sociedad, Ibáñez tributaba por el Impuesto de Sociedades, significativamente más bajo que el IRPF para las cantidades que manejaba. Después, su sociedad le pagaba un sueldo muy inferior al total facturado, y sólo esa cifra quedaba gravada como rendimiento personal.

Entre 2011 y 2014, la empresa facturó cantidades que ascendieron de los 111.100 euros en 2011 a los 230.950 en 2014, pero Ibáñez declaró como ingresos personales apenas 137.504 euros en total durante esos años. Hacienda, al revisar sus cuentas, no sólo desestimó esta estructura como válida, sino que también detectó que Ibáñez había tratado de deducir gastos personales de la actividad de la empresa: desde ropa de lujo de Hugo Boss hasta compras en tiendas de bricolaje, decoración, comidas y hoteles.

El TSJM, en su última sentencia, confirmó que estos gastos "no guardaban correlación" con la actividad profesional y que su inclusión era injustificada. Para Hacienda, el caso estaba claro: la sociedad no era más que un instrumento para reducir la carga fiscal de manera irregular.

Una jugada común, pero arriesgada

Ibáñez no está solo en esta batalla. Otros artistas, como Fernando Tejero o Paz Padilla, han enfrentado inspecciones similares. La Agencia Tributaria lleva años investigando estas estructuras societarias utilizadas por figuras públicas para pagar menos impuestos. En algunos casos, las empresas terminan tributando más de lo debido por el Impuesto de Sociedades, lo que podría parecer un error favorable para el contribuyente. Sin embargo, la resolución casi siempre implica que el individuo debe compensar la diferencia a través de su IRPF, resultando en deudas fiscales mucho mayores.

El argumento central de Ibáñez, basado en la libre competencia, tampoco logró convencer al tribunal. Según la sentencia difundida por El Confidencial, el uso de Burlesque Noir incumplió las normas fiscales al no valorar las operaciones por su precio de mercado. La conclusión fue tajante: no había interpretación razonable de la ley que pudiera justificar su actuación.

Facturas bajo la lupa

La lista de facturas que Hacienda desestimó como deducibles es casi tan llamativa como el personaje que Ibáñez interpretaba en televisión. Incluía compras en la citada Hugo Boss, pero también en Giorgio Armani, Leroy Merlin y Maisons du Monde, además de otros gastos de carácter privado. Según la inspección, nada de esto tenía relación directa con los ingresos generados por su participación en el programa.

El renting de vehículos, los viajes y los gastos financieros tampoco lograron pasar el escrutinio fiscal. El tribunal es claro: sin pruebas que demostraran la conexión entre esos desembolsos y los ingresos profesionales, no podían considerarse deducibles.

El peso de las sentencias

Con esta última resolución, la situación de Ibáñez se complica aún más. Ya en noviembre de 2022, el TSJM había avalado la inspección contra su sociedad, obligándola a devolver parte de lo deducido. Ahora, el fallo sobre su IRPF refuerza la idea de que el artista intentó reducir su carga fiscal de manera irregular, acumulando una deuda que podría superar los 250.000 euros.

La caída del Hombre de Negro

El Hombre de Negro era un personaje que capturaba la atención sin decir una palabra. Pero fuera del plató, Pablo Ibáñez ahora se enfrenta a un relato mucho menos brillante. Lo que parecía ser una estrategia fiscal ingeniosa ha terminado en una ruina legal y financiera, un recordatorio de que las sombras, por más enigmáticas que sean, no siempre pueden ocultar la realidad.

En su intento por ahorrar en impuestos, Ibáñez ha pagado un precio alto. Más allá del dinero, está la exposición mediática y el desgaste personal que supone enfrentarse a una maquinaria implacable como Hacienda. A veces, ni siquiera el negro más profundo puede ocultar el peso de un error. Y aunque en la televisión su presencia era sinónimo de espectáculo, fuera de ella, la realidad ha demostrado ser mucho menos indulgente.

La ruina fiscal del Hombre de Negro es, en el fondo, un recordatorio de que incluso las sombras necesitan una base sólida para sostenerse. Sin ella, la luz de la verdad siempre termina por desvanecerlas.