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Una década de la muerte oficial de Ylenia, la hija de Romina y Albano: el circo mediático de Lydia Lozano

Lydia, Ylenia y Albano

Informalia

El 16 de diciembre de 2014, el Tribunal de Brindisi declaró oficialmente la muerte de Ylenia Carrisi, la hija mayor de los icónicos cantantes italianos Albano y Romina Power. Han pasado diez años desde aquella resolución judicial que buscaba cerrar, al menos en términos legales, un caso envuelto en misterio, dolor y especulaciones. Sin embargo, la desaparición de Ylenia en enero de 1994 en Nueva Orleans es aún objeto de polémica, no solo para su familia, sino también para quienes, como la periodista Lydia Lozano, han quedado atrapados en un circo mediático que revive el caso de manera cruel e insistente.

Ylenia tenía 23 años cuando decidió embarcarse en una aventura personal. Atraída por su espíritu libre, viajó a Nueva Orleans, donde se hospedó en el Hotel LeDale junto al músico callejero Alexander Masakela, un hombre afroamericano veinte años mayor. El 6 de enero de 1994 fue la última vez que se la vio con vida. Un guardia de seguridad afirmó haberla visto saltando al río Mississippi mientras gritaba: "Pertenezco al mar". Aunque las búsquedas en el río no arrojaron resultados, este testimonio marcó un antes y un después en la percepción del caso.

La investigación policial, que incluyó la detención de Masakela por otros cargos, nunca logró vincularlo directamente con la desaparición de Ylenia. A lo largo de los años, surgieron supuestas pistas, avistamientos y llamadas asegurando que estaba viva, pero ninguna llevó a una conclusión firme. En 2013, Albano solicitó que se declarara la muerte presunta de su hija, alegando razones administrativas, y en 2014, el tribunal oficializó el fallecimiento.

Sin embargo, ni esta declaración legal logró poner fin a las especulaciones ni al sufrimiento de la familia. Romina Power, aferrada a la esperanza de encontrar a su hija con vida, recurrió a videntes y otras fuentes que alimentaron su creencia, aunque Albano calificó estas teorías como una "gran mentira". Divorciados desde 2000, se enfrentaron al dolor por separado: Romina apostó por la fe en la vida, mientras que Albano halló consuelo en Dios y en la aceptación de la pérdida.

Lydia Lozano y el peso del circo mediático

En España, el caso de Ylenia Carrisi adquirió especial notoriedad en la década de los 2000, cuando la periodista Lydia Lozano afirmó tener pruebas de que Ylenia estaba viva. Sus declaraciones en televisión desataron una tormenta mediática y un conflicto directo con Albano, quien desmintió categóricamente estas informaciones. Desde entonces, Lydia Lozano ha sido señalada y ridiculizada en reiteradas ocasiones, especialmente en programas de televisión. Su implicación en el caso no solo dañó su credibilidad profesional, sino que también la convirtió en el blanco de una exposición pública humillante que, una y otra vez, revive su vínculo con la tragedia de los Carrisi.

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A pesar de los años transcurridos, el caso de Ylenia es terreno fértil para el morbo y la especulación. En junio de 2024, un expolicía de Florida que ahora trabaja como detective privado aseguró tener nueva información sobre la joven, reabriendo las heridas tanto para su familia como para quienes siguen aferrados al misterio. Albano, acostumbrado ya al ruido mediático, ha aprendido a ignorar las teorías sin fundamento. "No puedo entender qué pasa por las cabezas de estas personas que sueltan esos titulares", declaró a Informalia, mostrando su hartazgo ante los constantes giros sensacionalistas del caso. Por su parte, Romina Power mantiene viva su esperanza, aunque cada nuevo detalle parece alimentar más su dolor que su ilusión.

A diez años de la declaración oficial de su muerte, Ylenia Carrisi es un símbolo de misterio y tragedia. Su caso, lejos de apagarse, se mantiene como un recordatorio del impacto del dolor familiar cuando se convierte en espectáculo. Para su familia, y especialmente para figuras como Lydia Lozano, el caso no solo es una tragedia, sino también un espejo de los excesos de un circo mediático que parece no tener fin.