Cristina Fallarás, origen del Caso Errejón: dos hijos y tres divorcios preceden su boda con una abogada feminista
Informalia
La periodista, contertulia y escritora Cristina Fallarás (56) ha sido clave en la denuncia que ha supuesto el final de la carrera política de Íñigo Errejón, quien además se enfrenta a una acusación de acoso sexual de la actriz Elisa Mouliaá. Fallarás ha señalado en testimonios de mujeres que, de manera anónima, han compartido experiencias de acoso y abuso en la cuenta de Instagram de la activista. El partido Sumar, al que Errejón representaba, y otras figuras relevantes de la izquierda feminista han tenido que posicionarse públicamente, en gran medida debido a que las denuncias no fueron atendidas por sus propios protocolos internos.
Cristina Fallarás estudió en el colegio Sagrado Corazón de Zaragoza. La periodista confesó su alcoholismo y afición por las drogas y fue desahuciada en 2013. "Fui de las primeras despedidas de la crisis. Estaba embarazada de ocho meses y se juntaron dos factores: no me iban a dar trabajo por mi embarazo y empezaba la crisis", contaba en 2008. Con la aparición de Podemos, se implicó políticamente en la formación morada pero nunca militó y no se llevó bien con Irene Montero, aunque ha coincidido con ella en actos contra la violencia machista. Dos hijos y tres divorcios precedieron su boda el pasado mes de septiembre con la abogada feminista con quien comparte su vida y un espacio en Acción Comadre, la gira teatral que habla con y de las mujeres. Dice El Mundo que a la boda acudió Irene Montero sin Pablo Iglesias. "Es por mi hartazgo de los hombres. No echo de menos la testosterona ni el pene. He sido bisexual toda la vida. Tener una mujer al lado me evita tener que dar explicaciones a hombres que no han avanzado nada", resuelve Fallarás en declaraciones recogidas en el diario.
Fallarás, que lleva años promoviendo el testimonio colectivo de mujeres en redes, considera que los relatos de violencia sexual tienen un valor innegable como memoria colectiva. En su próxima obra No publiques en mi nombre, planea plasmar una serie de historias que han llegado a sus redes, destacando que los testimonios son auténticos y válidos por el simple hecho de reflejar la realidad de muchas mujeres. Para ella, dar visibilidad a estas voces es su contribución al movimiento feminista y a la deconstrucción de una sociedad que, afirma, calla y protege a los agresores.
A lo largo de su trayectoria, Fallarás ha pasado por fases muy diversas y difíciles, que incluyen períodos de adicción y precariedad. También ha tenido que redefinir su vida personal y profesional al margen de partidos o movimientos, y ha forjado su independencia crítica. Ahora casada con una abogada feminista, desde una relación marcada por una visión crítica hacia el rol de los hombres en su vida, Fallarás sigue en su empeño de denunciar estructuras de poder que perpetúan el abuso y el silencio.
Su postura ante los "aliados" que no cumplen con sus discursos ha generado tensiones en la izquierda. Fallarás niega cualquier papel de ejecutora de un sector político, subrayando que su activismo es desobediente y autónomo. A pesar de los señalamientos y reacciones polarizadas, ella ve su labor como una contribución histórica al testimonio de las mujeres y una herramienta para desmantelar redes de complicidad que permiten la violencia.