Miguel Lago se sincera con Beatriz Cortázar: "Soy cómico y llevo años consumiendo La Resistencia"
- "Estoy en Sonsoles pero no quiero que a Ana Rosa le vaya mal"
- Beatriz Cortázar entrevista a Mario Vaquerizo: "Me asusté en casa porque no veía bien y en urgencias decidieron ingresarme"
- "He encontrado el punto de divertir a Sonsoles y hasta ponerla nerviosa"
Beatriz Cortázar
Viene feliz con su primera novela bajo el brazo, Persiguiendo a Becquer, y ya sabe que hay cerrada una trilogía con Espasa Calpe que le llena de satisfacción y orgullo, como diría el emérito. Apasionado del género policíaco y licenciado en Filología, lo suyo con la escritura y la lectura venía desde hacía demasiado tiempo como para no debutar con su libro. Padre de cuatro hijos, de gira teatral con su comedia, colaborador fijo de Y ahora Sonsoles, escritor… Está claro que Miguel Lago sabe aprovechar el día. De esto y más hablamos en un camerino de Antena 3, donde encontramos un remanso de paz en medio del frenesí del directo para hablar de su vida y de su obra y de lo que de verdad importa.
P: ¿Y esta novela? ¿Tenía tanto tiempo libre para ponerse a escribir?
M.L: Nunca tengo tiempo pero sí ganas de contar esta historia. Soy un seguidor de las novelas y series policíacas y me atraía la idea de que fuera un cómico quien ayudara a la policía a investigar un crimen. Al final, mi cómico se convierte en la víctima de ese crimen y de ahí salto a la relación que establece con la inspectora, por eso lo que iba a ser un policíaco clásico se ha convertido en una novela de personajes.
P: ¿Siente que ya le pueden llamar novelista?
M.L: Empecé sintiéndome un intruso pero con dos semanas en la calle ya digo con orgullo que soy el Miguel novelista, porque además he firmado una trilogía. Fue muy bonito cuando me llamó el 'señor Espasa' a mitad del manuscrito y me dijo si tenía interés en dejar la novela con un final cerrado. Me animó a que hiciera una serie de tres por lo que ya estoy trabajando en la segunda.
P: ¿Y cómo hace para encontrar tiempo?
M.L: Soy muy madrugador y organizado. Escribo a diario de 9 a 11 horas y tengo una capacidad de concentración muy alta. Dejo a los niños en el colegio y a las 9 ya estoy duchado, vestido, desayunado y me siento muy fresco. Hay días que escribo una página y otros veinte. Pero esa es mi rutina diaria.
P: Otros a esa hora se van al gimnasio.
M.L: Seguramente debería ir más al gimnasio porque aunque estoy muy delgado y guapo te aseguro que si me caigo por una escalera me reviento.
P: Su protagonista tiene muchísimo de usted. ¿Hasta dónde?
M.L: Bécquer es el anhelo de todo lo que me habría gustad conseguir como profesional. Pero Bécquer también tiene la cara oculta del estrellato y todos los miedos que he sentido a lo largo de mi carrera. Bécquer acaba solo por sus malas decisiones. Un miedo que he tenido muy presente en tantos años de profesión para no perderme con el aplauso. La figura del abuelo de Bécquer es también el recuerdo idealizado del mío, a quien perdí cuando tenía 18 años. Mi abuelo fue el único que cuando debuté en El Club de la Comedia me llamó para decirme que me había visto feliz y me aseguró que si quería trabajar en eso llegaría a conseguirlo. A través de mis recuerdos he creado ese personaje, imaginando cómo habría sido mi abuelo de haber vivido todos estos años.
P: ¿Cómo sentó en su casa que anunciara que quería ser artista?
M.L: Estaba estudiando Filología Hispánica, carrera que acabé y de ahí que siempre haya tenido pasión por la literatura, porque iba para profesor de esa materia. Pero es verdad que me identifico con la famosa frase de Concha Velasco "Mamá, quiero ser artista". En casa me dijeron que me callara y estudiara. Terminé mis estudios pero no llegué a ejercer porque con 18 debuté, con 20 empecé a cobrar aunque no fuera mucho y a los seis meses ya vivía independiente en un estudio alquilado en Vigo. A los 24 me casé y la verdad es que solo he ganado dinero de mi profesión. En ese sentido soy muy afortunado. Este año cumplo 25 años ejerciendo mi trabajo y estoy feliz de haberme hecho a mí mismo, ya que no tengo padrino. Contra viento y marea, el día que me subí a un escenario tuve muy claro que de ahí solo me bajaban a patadas.
P: Se diferencia de su protagonista en que usted sí tiene una familia y una estabilidad que hasta parece impensable con una profesión como la suya.
M.L: Llevo 25 años de relación con mi mujer y creo que lo hemos conseguido primero porque yo no sería quien soy sin Laura. Piensa que empezamos a salir dos días antes de mi debut y ha estado desde el principio de todo. Ha sido un apoyo fundamental, siempre ha confiado en mí, hemos construido juntos una familia y te aseguro que sin ella no hubiera podido desarrollarme. Si no encuentro a Laura, probablemente no me habría atrevido a dar el salto. Habría seguido el camino que estaba destinado para mí al acabar mis estudios, que era ser profesor de lengua en la academia de mi tío. Laura me empoderó desde el primer minuto.
P: Hay uniones que resultan imposibles de fracturar.
M.L: En este punto de nuestra vida, lo nuestro es más que un matrimonio.
P: Laura ha sido su particular Natalia Figueroa.
M.L: En cierto modo sí porque ella me ha posibilitado viajar y trabajar fuera porque estaba. Además, te voy a confesar una cosa, yo no he tenido peligro porque he sido guapo a partir de los 40 (risas) y estoy muy tranquilo. Ese famosos dicho de que algunas personas buscan fuera lo que no tienen en casa a mí no me va porque yo tengo mucho en casa. Laura es mi esposa, la madre de mis hijos, mi amante pero sobre todo mi amiga. Cuando empecé a salir con ella después de que me dijera que no varias veces, lo que más me sorprendió fue comprobar lo divertida que era. Al estar solos descubrí lo bien que lo pasábamos y hoy seguimos riéndonos juntos, creo que es una de las claves del éxito de una pareja.
P: Dicen que los cómicos son muy siesos fuera del escenario.
M.L: Lo que pasa es que en el escenario intentas dar lo mejor de ti pero no puedes ser gracioso todo el día.
P: Son padres de cuatro hijos, el pequeño decidieron adoptarlo. ¿Por qué llegaron a esa decisión?
M.L: Lucía tiene 16, Diego 13, Anna 7 y Robinson 6. Somos padres por vocación y Laura tiene mucho amor que dar y yo feliz de hacerlo con ella. Me ha gustado mucho ser padre. Cuando nació Lucía aluciné y por eso cuando esperábamos el segundo mi miedo era saber si iba a poder quererle tanto como a mi primera hija y descubrí que el amor se multiplica. Ni qué decir tiene con la llegada de Anna. Tras el último parto, casi pierdo a mi mujer y por eso adoptamos a Robinson.
P: Estos días el testimonio de la hija de Isabel Pantoja ha estremecido a muchísimas personas. Su relato habla de una niña adoptada en el seno de una familia que nunca encajó esa llegada. ¿Cómo ha sentido ese mensaje?
M.L: Te aseguro que me ha removido y me ha dejado muy tocado esa entrevista. No suelo interesarme por los asuntos de Isabel Pantoja ya que solo me interesa como artista y no su vida privada, que me parece todo un disparate, pero esta entrevista me llegó precisamente por la condición de adoptada. Hubo tres frases que me rompieron el alma. Cuando se definió como hija de segunda. Te aseguro que en mi casa tenemos una obsesión enorme para que nuestro hijo Robinson no se sienta diferente a sus hermanos hasta el punto de que he tenido discusiones con algunos familiares para evitar un tratamiento de discriminación positiva, del paternalismo hacia el "negrito adoptado" al que me niego. Quiero que sea igual que todos. Soy consciente de que le quiero igual que a los otros tres porque sufro mucho cualquier cosa que le pueda ocurrir. El segundo punto es lo que señaló de su entorno familiar. Es muy importante porque cuando decidimos adoptar, somos conscientes de decir a los nuestros que quien no aporte que se aparte. Mi hijo, para crecer bien, necesita tener abuelos, tíos, primos… Tengo la fortuna de que nuestra extensa familia lo adora. Me emocionó mucho mi suegro, un hombre al que quiero un montón, y que lloró cuando vio a Robinson de la misma manera que lloró cuando conoció a sus otros nietos. Y el último punto que me dolió fue cuando Isa dijo que no quería quedarse huérfana por segunda vez. Sé que todos los hijos adoptados en un momento de la vida sufren al pensar por qué su madre biológica les abandonó y de ahí que sea muy importante nuestra obligación como padres, para que sientan que les vamos a acompañar en ese dolor y que nos tienen a nosotros. Si ha sido su vida como la ha contado, y viendo la reacción unánime de los que la conocen entiendo que sí, el dolor de esa chica es muy difícil de curar. No me gusta juzgar pero pienso que Kiko Rivera, que encima ha crecido sin padre, tendría que entender mucho mejor a su hermana. Será que como dice Isa, tal vez no la considera su hermana sino un pegote que se encontró en su casa. Te aseguro que hay que pensar bien las cosas antes de hacerlas.
P: En sus espectáculos, políticamente no es nada correcto. ¿Ha tenido consecuencias?
M.L: Siempre me ha extrañado lo mucho que he tardado en llegar a la televisión. Pienso que el secreto de mi éxito es que soy un bocachancla. Llevo 25 años con esta comedia y te aseguro que la esencia de mi personaje es la misma. Hice el primer monólogo sobre la corrupción en este país cuando me refería a Mario Conde, la Gürtel… Aquello levantó ampollas pero te aseguro que a estas alturas de mi vida quiero hacer lo que quiera.
P: ¿Cuáles son sus líneas rojas?
M.L: Mi único límite es quitar lo que siento que no hace gracia. Es verdad que nunca he hecho comedia verde, pero porque no me he sentido cómodo, como tampoco de la Iglesia, porque no lo veía gracioso.
P: ¿Y usted con qué se muere de risa?
M.L: Con muchos compañeros pero hoy con quien lloro de risa es con mis hijos.
P: ¿Cómo se siente junto a Sonsoles Ónega, con quien trabaja desde el principio en su etapa en Antena 3?
M.L: Tenemos muy buena química. Creo que he encontrado el punto de divertirla y hasta ponerla nerviosa. Entiendo que los magazine tienen ciertas reglas y por eso yo iría más allá. Pero eso será cuando me toque dirigir mi propio programa.
P: ¿Cómo es el ambiente que vive en Y ahora Sonsoles?
M.L: En estos cinco años he tenido la fortuna de trabajar con Pablo Motos, Risto Mejide y Sonsoles Ónega. Si algo he aprendido es que el buen ambiente se nota luego en la cámara. Te aseguro que lo que más me gusta de venir es el antes y el después porque me encanta hablar con todos, con las maquiladoras, peluqueras, con los colaboradores… Tenemos muy bien ambiente y lo sabes.
P: ¿Qué programa le gustaría dirigir?
M.L: Siento que se va acercando el momento en que pueda liderar un formato. Quiero ser el 'puto amo' y tengo capacidad y trabajo para ello. Considero que estoy bien valorado y sé que llegará ese día. De todas formas confieso que estoy muy feliz en el papel de colaborador, que no tiene presión y se vive muy tranquilo.
P: ¿La Revuelta o El hormiguero?
M.L: Esta noche sale Bustamante y veré El Hormiguero, pero soy cómico y llevo años consumiendo La Resistencia. Hoy lo que tengo es más opciones cuando me siento en el sofá. Las batallas televisivas son absurdas, esto va de trabajar. Estoy en Sonsoles pero no quiero que a Ana Rosa le vaya mal. No solo es ella que cualquier día se puede ir a su casa sino que hay 300 personas trabajando. Quiero el éxito para todos y claro que se puede convivir ya que no hay nada más democrático que el mando a distancia.