El marido de Eugenia Martínez de Irujo y Rosa Lagarrigue: dos titanes, un trono en la música latina
- A Narcís Rebollo y su socia les "pertenecen" desde Miguel Bosé a Bisbal, pasando por Pablo Alborán o Lol Indigo
- Exclusiva: Cayetano Martínez de Irujo elige a su hija Amina como madrina de su boda con Bárbara Mirjan tras discutir con Eugenia y Genoveva Casanova no está invitada
- Ella es La mujer que descubrió a Alejandro Sanz, que acompañó a Bosé en todas sus metamorfosis, que ayudó a Malú a convertirse en la gran voz femenina
Sara Tejada
Esta fusión —como todas las que dejan huella— no solo es una cuestión de negocios. Es una historia de poder, talento, venganza, herencias, familia y silencios. Una novela de pasiones profesionales en la que nadie está libre de perder, ni siquiera quienes lo han ganado todo. Por estilo, ambición y azar del destino, Rosa Lagarrigue y Narcís Rebollo no podían sino encontrarse. Como dos constelaciones opuestas orbitando el mismo sol —la música—, han colisionado por fin en un punto de no retorno: la adquisición de RLM por parte de GTS, anunciada en mayo por la web de Global Talent Services. Y de ese cruce de egos, silencios estratégicos y contratos milimétricamente redactados nace un nuevo mapa de poder en la industria musical.
Porque esto no es solo una fusión, es un tratado de paz entre dos imperios. Narcís Rebollo, actual presidente de Universal Music Iberia y fundador de GTS, ha consumado una jugada de alto voltaje: comprar RLM, la agencia más legendaria del management artístico en lengua española. Su fundadora, Rosa Lagarrigue, figura discreta pero omnipotente, seguirá en el negocio —y en su despacho—, esta vez como subordinada del hombre que durante décadas fue su competidor natural. La fotografía que selló el acuerdo, publicada por GTS, los muestra sonrientes, aunque uno imagina que bajo la sonrisa de ambos hubo tinta invisible: la que firma los pactos que cambian el rumbo de una industria. RLM y GTS no solo eran empresas. Eran orillas. Una, con sede en Madrid, fundada en 1980 por una mujer que nunca necesitó posar en un photocall para mover los hilos del estrellato. La otra, nacida en 2011 dentro del universo Universal, se consolidó gracias al olfato empresarial de Rebollo, un catalán que ha sabido combinar el sentido del espectáculo con la implacabilidad del gestor. La compra de RLM no ha sido pública en cifras, pero en reputación es incalculable: consagra a GTS como la agencia de representación más influyente en el panorama musical hispano. Y sin embargo, como si el guion lo hubiera escrito Billy Wilder, la escena incluye un giro inesperado: Lagarrigue no se retira. La mujer que descubrió a Alejandro Sanz, que acompañó a Bosé en todas sus metamorfosis, que ayudó a Malú a convertirse en la gran voz femenina de su generación, ha decidido continuar. ¿Orgullo? ¿Pasión? ¿Un último acto de control sobre un legado que no está dispuesta a dejar a la intemperie? Tal vez todo eso. Tal vez nada.
En la práctica, GTS y RLM unificarán estructuras y compartirán artistas
En la práctica, GTS y RLM unificarán estructuras y compartirán artistas —aunque no asistentes—. Se acabó el reparto del mercado. Desde Amaia hasta Pablo López, pasando por David Bisbal, Lola Índigo, Rozalén o Vanesa Martín, todos pasarán por las mismas manos. "La nueva estructura reúne a un equipo intergeneracional y multidisciplinar", reza el comunicado de Global Talent Services. Traducción: se convertirán en la sombra de sus artistas, dirigiendo cada paso, cada gesto, cada nota. El único elemento que no podrán controlar será el talento, y tal vez ahí resida el misterio de su poder. Pero detrás de esta operación empresarial hay una historia humana. Rosa y Narcís son dos animales distintos con el mismo instinto. Ella, viuda desde hace años, vive en Arturo Soria, cerca del colegio francés donde conoció a Miguel Bosé. De él aprendió a manejar la tensión entre el arte y el negocio. Reacia a ser vista, su biografía se desliza como un susurro entre los bastidores. Solo se sabe que tiene dos hijos: Roberto, productor musical, y Virgo, directora de vídeos. Su nombre no aparece en las fiestas, pero su influencia se deja notar en todas. Rebollo, en cambio, es un esteta con vocación de magnate. Duque consorte de Montoro desde que se casó —dos veces, ambas en Las Vegas— con Eugenia Martínez de Irujo, Narcís es un hombre que se mueve con soltura entre los Grammy Latinos y los palacios ducal. Nació en Figueras, creció en la periferia de Barcelona y no llegó a terminar la carrera de Psicología. Fue DJ, locutor, promotor, y terminó creando Vale Music junto a Ricardo Campoy, un sello que revolucionó la música comercial en España. Cuando Universal compró Vale Music en 2006, Rebollo pasó de ser outsider a convertirse en el nuevo establishment.
Narcís Rebollo ha sido anfitrión de Jill Biden en fiestas flamencas, como contamos en Informalia
Hoy tiene hijos casi adultos, una colección de vinilos envidiable y cuadros de Basquiat colgados en su despacho. Amigos como J Balvin pasan la noche en su casa. Ha sido anfitrión de Jill Biden en fiestas flamencas. Ha visto cómo algunos artistas le daban la espalda, pero también ha recuperado a otros. Su mayor virtud: la audacia. Su mayor defecto: el exceso de confianza. Y aun así, todo lo que toca lo convierte en tendencia. El aterrizaje de Lagarrigue en GTS tiene algo de rendición y algo de tregua. Rosa ya ha vivido guerras. Una de ellas fue con Alejandro Sanz, con quien rompió tras 25 años de relación profesional. El juicio le dio la razón a ella y le costó al cantante 5 millones de euros. Aquel proceso marcó un antes y un después: Rosa aprendió que no siempre basta con mantener la distancia emocional con los artistas. A veces, ni eso salva una amistad. Con Bosé, la relación ha tenido sus altos y bajos. Pero como ocurre con las pasiones verdaderas, siempre regresan. Ambos, Rosa y Narcís, han sido impulsores y escultores del pop español y latino. Pero su unión —que no es un matrimonio, aunque tiene algo de nupcial— redefine las jerarquías de una industria que, como el amor, nunca duerme. Ahora los artistas tendrán un único interlocutor poderoso. Y ellos dos, quizás, se mirarán cada día con respeto, algo de nostalgia, y una pizca de desconfianza.