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El iraní Jafar Panahi gana la Palma de Oro en un Festival de Cannes marcado por el compromiso social


Lucas del Barco

Cannes ha apostado por un cine comprometido, plural y atento al mundo, donde las imágenes no solo narran, sino que interpelan.

El cine como espejo de la realidad y herramienta de transformación social ha sido el gran protagonista de una de las ediciones más combativas del Festival de Cannes. En este contexto, el iraní Jafar Panahi se alza con la Palma de Oro por su impactante filme Un simple accidente, en una gala celebrada en el Gran Teatro Lumière tras un apagón intencionado que aún se encuentra bajo investigación.

Panahi, que durante los últimos quince años ha vivido entre el arresto domiciliario, la prisión y la prohibición de rodar y salir de Irán, ha regresado con fuerza a la escena internacional. Con Un simple accident, una obra que explora con audacia la fragilidad de la libertad individual y la sombra de la censura, Panahi se convierte en el segundo cineasta iraní en obtener la máxima distinción del certamen, tras Abbas Kiarostami en 1997.

La película parte de una premisa sencilla —una familia que sufre un accidente de coche durante un viaje nocturno— para sumergirse en un relato de dolor, justicia y deseo de reparación. "Antes de decir nada, quiero dar las gracias a mi familia, por todo el tiempo que estuve en la cárcel sin ellos", expresó emocionado el director al recoger el premio.

El Gran Premio del Jurado ha recaído en dos títulos que han marcado el pulso emocional del festival: Sentimental Value, del noruego Joachim Trier, y Sirat, del español Oliver Laxe.

La película de Trier, protagonizada por Stellan Skarsgård, Renate Reinsve y Elle Fanning, indaga en las tensiones familiares y las heridas del pasado, con ecos del cine de Carlos Saura e Ingmar Bergman. El cineasta defendió el papel del cine como "lenguaje universal de unión" en una época saturada de imágenes.

Por su parte, Laxe suma un nuevo reconocimiento a su trayectoria en Cannes con Sirat, su filme más ambicioso. Ambientada en las montañas de Marruecos, la cinta narra el viaje de un padre en busca de su hija desaparecida en una rave, explorando el colapso de las estructuras sociales y la posibilidad de una vida alternativa. El filme comparte galardón con Sound of Falling, de la alemana Mascha Schilinski, que relata las vidas cruzadas de jóvenes en una granja del norte de Alemania a lo largo de distintas épocas.

El brasileño Kleber Mendonça Filho ha sido galardonado con el premio a Mejor Dirección por El agente secreto, un thriller político que revisita los años de la dictadura con pulso firme y memoria viva. El actor Walter Moura, conocido por su trabajo en Narcos, recibió una mención especial por su interpretación de un profesor universitario desaparecido durante el régimen.

En la categoría de Mejor Actriz, el jurado distinguió a Nadia Melliti por su papel en La Petite Dernière, de Hafsia Herzi. La actriz encarna con fuerza y sutileza a una joven musulmana lesbiana de las afueras de París, en una historia de despertar sexual y liberación que ha sido una de las revelaciones del festival.

El cine experimental también tuvo su lugar con Resurrection, del director chino Bi Gan, quien recibió una mención especial por una obra arriesgada que combina tecnología, cine clásico y una reflexión profunda sobre la colectividad en tiempos de aislamiento individual.

El premio al Mejor Guion fue para los hermanos Dardenne por Recién nacidas, un retrato coral de adolescentes embarazadas en una casa de acogida financiada por el Estado belga. Fieles a su estilo, los cineastas belgas dignifican con sensibilidad a las comunidades más vulnerables de Europa.

Ausente en el palmarés la película Romería, de la española Carla Simón, a pesar de haber sido una de las favoritas del público y la crítica.