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Esther Doña, la viuda de Carlos Falcó, cinco años después de la muerte del padre de Tamara


Informalia

Este 2025 marca el quinto aniversario de la muerte de Carlos Falcó, el marqués de Griñón, quien falleció en marzo de 2020 en plena pandemia de Covid-19. Su deceso, adelantado por este digital y ocurrido en la Fundación Jiménez Díaz tras COVID y un malestar que se inició en su finca de El Rincón, en Aldea del Fresno, cerró un capítulo importante en la historia de la nobleza española. Falcó, figura destacada en la aristocracia y conocido por su vida de lujo y su carrera en el mundo de los vinos, dejó atrás a cinco hijos y una viuda: Esther Doña.

La relación entre ambos fue relativamente breve, pero intensa. El matrimonio, celebrado en 2017 en la intimidad de la capilla de El Rincón, marcó un nuevo comienzo para Esther, quien en aquel entonces era una mujer conocida en los círculos sociales más por su matrimonio con el marqués que por su propio perfil público. Ella, que hasta ese momento había vivido lejos de los focos en su residencia madrileña, se vio de repente inmersa en la vida pública de un hombre con una historia personal rica en contrastes. Falcó, ya entonces un hombre de edad avanzada, había tenido una vida con tres matrimonios previos (muy mediático sobre todo el de Isabel Preysler) y una serie de hijos que habían crecido a la sombra de su estatus nobiliario.

La vida de Esther Doña cambió radicalmente tras su muerte. Mientras su marido dejaba un legado lleno de logros y controversias, ella enfrentó no solo el dolor de la pérdida, sino también el reto de rehacer su vida. La viuda del marqués de Griñón no intentó permanecer en un perfil bajo, no pudo evitar que su vida fuera objeto de atención mediática, sobre todo cuando adelantamos desde Informalia su romance con juez Pedraz y se supo que había vuelto a enamorarse. No digamos la que se montó con la ruptura frente al magistrado con portada de Hola incluida anunciando que se casaba con él.

Su actual relación, que se conoció a través de las redes sociales, presenta ahora a Esther Doña en una etapa diferente. El hombre que ocupa su corazón se llama Joao, tiene 41 años, es portugués y ha dejado claro que prefiere mantenerse fuera de los reflectores. De hecho, su presencia en los medios ha sido casi nula, aunque en ocasiones ha acompañado a Esther en eventos privados, como la entrega de premios benéfica en Sevilla, siempre sin intentar robar protagonismo. Este contraste entre la vida pública de Esther y su deseo de mantener a Joao alejado de las cámaras subraya una nueva faceta de su existencia: la búsqueda de la privacidad en una vida marcada por la exposición constante.

Pero no solo en el ámbito personal ha cambiado la vida de Esther Doña desde la muerte de Falcó. Su situación económica también ha dado un giro. Tras casarse con el marqués, se habló mucho de las posibles tensiones con la familia Falcó, especialmente con los hijos de este. Sin embargo, ahora, sin él, y con su propio camino ya trazado, Esther ha logrado construir su vida de una manera distinta. Aunque los detalles sobre su situación financiera no son públicos, lo que es evidente es que, lejos de la vida tranquila de Aldea del Fresno, ha vuelto a la capital, lo que no solo ha significado un cambio de residencia, sino también una nueva forma de relacionarse con el entorno mediático y social.

Cinco años después de la muerte de Carlos Falcó, Esther Doña está alejada alejada de los escándalos como su ruptura con Pedraz, y ha encontrado en Joao una nueva estabilidad. Aunque su perfil público sigue siendo relevante en ciertos círculos, parece que, al igual que su nuevo amor, prefiere una vida más discreta, lejos de la presión mediática que siempre estuvo presente durante su matrimonio con el marqués.