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Daniel Sancho concede una entrevista desde la cárcel de Surat Thani (Tailandia) y habla de drogas, favores y largas visitas
- El hijo de Rodolfo Sancho ha cumplido seis meses en una de las prisiones más peligrosas del mundo
- Las fiestas trifásicas de Daniel Sancho y Edwin Arrieta en Ibiza: LSD y discusiones a bordo de un lujoso barco
Informalia
Se cumplen seis meses desde que el hijo de Rodolfo Sancho fuera trasladado de la prisión local de Koh Pangan a la de Surat Thani, calificada como una de las más peligrosas del mundo. Durante este tiempo, su equipo legal ha asegurado que su estancia era pacífica aunque incómoda, desvelando que el condenado pasaba su tiempo leyendo, estudiando la ley tailandesa y practicando deporte. Este jueves, el propio Daniel ha hablado desde su encierro: "El ambiente aquí es seguro y muy sano".
Unas declaraciones que ha ofrecido a la Agencia EFE y en las que explica cómo es la vida entre estas rejas: "No hay drogas, alcohol ni violencia, ni me he sentido amenazado en ningún momento". El chef español señala también que no existe mafia interna que extorsione a los reos y que los funcionarios llevan a cabo una vigilancia exhaustiva para garantizar la paz y el buen comportamiento de los encarcelados, que consiguen reducciones de sus penas por seguir las órdenes: "Hay mucho más orden que en Samui", dice Daniel. Eso sí, admite que el ruido es ensordecedor: "El ambiente es opresivo".
Considerada una de las prisiones más peligrosas del mundo, es, también, la más masificada de Tailandia, ya que alberga a unos 5000 reos, una cifra muy superior a su capacidad real. Eso sí, las condiciones de vida son muy aceptables: "Hay electricidad y agua limpia", ha comentado Sancho, que vive en un módulo con otros 500 condenados, entre los que se encuentra un australiano y un austriaco: "Cuando eres extranjero formas parte de otro sistema y hay otro trato", revela. Él, concretamente, comparte una celda con otros 16 presos y duerme en el suelo sobre mantas.
Entre las rutinas diarias, rezos budistas y el himno de Tailandia, que deben escuchar en completo silencio. Daniel sigue leyendo, practicando el Muay Thai y estudiando leyes, y asegura, además, que le permiten el contacto con sus padres, Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo, así como con su equipo legal. Puede realizar una videollamada por semana y, aunque hace mucho que no disfruta de una, las visitas presenciales son más largas que en Samui.
Tercera prórroga
El caso de Daniel continúa en los juzgados. El equipo legal de Sancho recurrió la sentencia de cadena perpetua que estableció la Corte de Koh Samui para el nieto de Sancho Gracia e insisten en demostrar que no existió premeditación en el asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta, a quien Daniel golpeó hasta la muerte y después descuartizó en 14 trozos que repartió a lo largo y ancho de la isla.
La defensa española, formada por Carmen Balfagón, Ramón Chippirrás y García Montes, ha solicitado hasta tres prórrogas para entregar la documentación necesaria para su recurso. La última fecha está fijada a finales de este mismo mes. Aseguran que están siendo extremadamente meticulosos porque no quieren que le quede ninguna duda al tribunal de que lo sucedido entre Daniel y Edwin fue, como defienden desde el primer momento, un trágico accidente.