El Papa Francisco ante el dilema de abdicar como hizo su antecesor: hablan los expertos
Lucas del Barco
El viento de Roma arrastra rumores, y en los pasillos del Vaticano resuena una pregunta más allá de la salud del jefe del Estado Vaticano, de 88 años. La cuestión es universal, no solo preocupa a los católicos y desde luego ya ha traspasado los muros de la curia: ¿seguirá Francisco el ejemplo de Benedicto XVI y renunciará al papado? Lo que hasta hace poco parecía solo una especulación de vaticanistas ha cobrado un nuevo matiz tras la reciente hospitalización del Pontífice. Su frágil salud, las continuas dolencias y el desgaste de los años han avivado el debate sobre la posibilidad de que deje el trono de Pedro antes de que la biología dicte sentencia.
El primero en atreverse a decirlo en voz alta ha sido el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses. El prelado sugiere que, si la enfermedad merma su capacidad de liderazgo, Francisco podría tomar la misma decisión que su predecesor y abdicar. Sin embargo, la Santa Sede difundió este miércoles un comunicado en el que asegura que el estado del Papa evoluciona favorablemente, subrayando que, pese a la neumonía que lo había llevado al hospital, su mente seguía lúcida y su rutina de trabajo no se había interrumpido por completo. según confirmo la primera ministra italiana. "Está vigilante, reactivo y no ha perdido el sentido del humor", dijo Meloni tras visitarle este miércoles.
Quienes conocen bien a Jorge Mario Bergoglio saben que el tema de la renuncia no es nuevo para él. Al asumir el pontificado en 2013, dejó firmada una carta de dimisión que solo se haría efectiva si llegara el momento en que su capacidad para gobernar la Iglesia quedara comprometida. Esa carta reposa ahora en un cajón, bajo custodia del cardenal Pietro Parolin, pero nadie ha osado abrirlo aún. El propio Francisco ha reiterado en varias ocasiones que el papado es un servicio "ad vitam", es decir, hasta el final de sus días, a menos que su discernimiento quede afectado. Y esa parece ser la clave de todo: su renuncia no vendrá determinada por los achaques físicos, sino por el estado de su mente. El actual Papa fue formado en la escuela jesuita y en tiempos convulsos en América Latina. No es un hombre de carácter blando. No se doblega fácilmente y expertos en el pensamiento ecuménico de Francisco recuerdan que el argentino ha soportado injurias y presiones.
Quienes han seguido de cerca su pontificado aseguran que el dolor y la enfermedad no son para Francisco una razón suficiente para abdicar. Su espiritualidad está forjada en la tradición ignaciana, que entiende el sufrimiento como parte del camino de fe. Pero el discernimiento es otra cosa. Si llega un día en que su juicio se vea afectado y no pueda gobernar la Iglesia con plena conciencia, entonces la decisión estaría tomada. Desde su llegada al papado, Francisco ha sido un líder que rompe moldes, y desafía inercias. Ha buscado una Iglesia más cercana a los pobres, más dispuesta a tender puentes que a levantar muros. Ha afrontado con determinación la crisis de los abusos y no ha temido enzarzarse en disputas con sectores conservadores que ven en él una amenaza al statu quo. Quizá por eso muchos de sus detractores quisieran verlo dar un paso a un lado pero Francisco parece decidido a resistir. Como él mismo ha dicho en más de una ocasión, "la Iglesia se gobierna con la cabeza, no con la rodilla". Mientras su mente permanezca despierta y su voluntad intacta, la silla de Pedro no quedará vacante. De momento, la renuncia sigue guardada en un cajón.