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Raphael: "El día que no pueda, me quedaré en casa. Pero hasta entonces, sigo siendo yo"


Informalia

El pasado martes, Raphael, eterno en su figura y voz, volvió a ser noticia, pero no sobre un escenario, sino en un hospital. Una urgencia médica encendió las alarmas: un posible accidente cerebrovascular lo llevó al Clínico San Carlos en Madrid. Allí, en el epicentro de la incertidumbre, el país contuvo el aliento, como si cada uno de sus seguidores estuviera en aquella habitación de hospital.

Hace apenas unas semanas, Raphael había ofrecido una entrevista al diario Abc con motivo del lanzamiento de su último álbum, Ayer aún, una obra impregnada de la melancolía y la grandeza de la canción francesa. En esa conversación, el artista, a sus 81 años, reflexionaba con una mezcla de nostalgia y claridad sobre su legado, sus miedos y los secretos que sostienen su longeva carrera. La entrevista que recogemos, ahora leída con la inquietud de los días recientes, suena casi profética: un hombre que no ha dejado de evolucionar, incluso en la adversidad, que ha vencido las sombras de la enfermedad y que aún se pregunta: "¿Y mañana qué?".

La noticia trajo alivio rápidamente: lo ocurrido mientras grababa con Broncano no había sido un ictus, y Raphael pidió ser trasladado al Hospital 12 de Octubre. Sin embargo, sus conciertos programados en el WiZink Center este fin de semana han sido cancelados. Una decisión que parece contradecir la obstinación de un artista que, durante seis décadas, ha demostrado ser un titán ante cualquier adversidad.

La vida de Raphael es una oda a la resistencia. Sus palabras en la entrevista lo reflejan: "A mis 81 años sigo evolucionando. No he llegado, por eso sigo trabajando. Me apasiona". Habla del trasplante de hígado que lo rescató de un destino que parecía inevitable, de su creencia en Dios como refugio, y de una juventud que, aunque marcada por las dificultades, le enseñó el amor por la música.

El disco, grabado en los legendarios estudios Meudon de Francia, es un homenaje a un tiempo en el que las cosas "se hacían como Dios manda", a artistas como Charles Aznavour, Jacques Brel y Edith Piaf. Esta última, en palabras de Raphael, quedó como una sombra que nunca alcanzó: "Fui su telonero en Valencia, pero ella se puso enferma. Jamás la conocí. Murió joven. Esto tenía que hacerlo; estaba cantado".

Mientras, Julio Iglesias le dedicaba en redes un mensaje lleno de admiración y ánimo. Raphael parece volver a encarnar el espíritu de aquellos que nunca se rinden. Si algo ha demostrado su vida y su carrera es que siempre hay una nueva página, un nuevo escenario, un nuevo público que lo espera. Como él mismo dice: "El día que no pueda, me quedaré en casa. Pero hasta entonces, sigo siendo yo".