Gente

Ni la voz ni el dinero ni el negacionismo: lo que nadie cuenta de las claves del regreso de Miguel Bosé


Sara Tejada

Avanzábamos en Informalia el pasado 29 de noviembre las razones por las que Bosé regresa con nueva gira. Ahora podemos desentrañar los secretos que acompañan su regreso.

Una muela fue el principio de todo. Insignificante como un alfiler perdido en el universo, esa pieza dental se convirtió en el eje de un drama íntimo que sacudió la vida de Miguel Bosé, desatando un proceso infeccioso que alcanzó sus intestinos y activó una enfermedad autoinmune. La voz, ese instrumento que había sido su patria y su bandera, quedó desterrada al silencio. Lo que parecía una mera sinusitis crónica resultó ser el eco de un implante defectuoso, el detonante de ocho años de logopedas, foniatras y un retiro obligado de los escenarios. En ese tiempo, el artista pasó de los focos al papel de jurado en talent shows, agitador antisistema y personaje controvertido, mientras lidiaba con conflictos familiares que afectaron a sus hijos y lo colocaron en el ojo del huracán mediático.

En medio de esta tormenta, cuando parecía que su carrera se deslizaba hacia el ocaso, el anuncio de su regreso a los escenarios irrumpió como un rayo en un cielo cargado de dudas.

La última apuesta

Desde México, su refugio en los últimos años, Miguel Bosé ha decidido regresar con el Importante Tour, que dará inicio en febrero y llegará a España en junio. Acompañado por una banda liderada por Mikel Irazoki, promete un espectáculo "vibrante e innovador", según su equipo. Pero la noticia deja en el aire preguntas inevitables: ¿está su voz preparada para soportar la exigencia de una gira internacional? ¿Es este un desafío artístico o una necesidad financiera?

Las respuestas apuntan hacia lo segundo. Las finanzas de Bosé llevan tiempo tambaleándose. En 2019 logró salir de la lista de morosos de Hacienda tras pagar parte de una deuda de 1,8 millones de euros, pero eso solo fue el principio de una serie de ajustes dolorosos. Tuvo que vender su emblemático chalet de Somosaguas, que pasó a manos del portero del Real Madrid, Thibaut Courtois, por seis millones de euros. También se deshizo de dos obras de Andy Warhol valoradas en medio millón, pero aún arrastra, según fuentes, una deuda de 400.000 euros con el fisco, agravada por sanciones relacionadas con deducciones improcedentes.

En un intento por diversificar ingresos, Bosé se aventuró en negocios como la venta de jamón ibérico y vinos exclusivos, que fracasaron rotundamente, así como en el alquiler de tierras en Extremadura, con un patrimonio valorado en 850.000 euros que no alcanza para sostener el tren de vida al que está acostumbrado.

Refugio y susto

Desde hace años, Bosé reside en Rancho San Francisco, una lujosa urbanización de Ciudad de México con club hípico privado, gimnasio y un bosque que respira opulencia y tranquilidad. Sin embargo, ni ese enclave privilegiado pudo protegerlo de un asalto que marcó un antes y un después. Diez encapuchados irrumpieron en su hogar mientras estaba con sus hijos, Diego y Tadeo. Fue el susto de su vida, pero no suficiente para obligarlo a abandonar ese refugio cuya manutención no es barata, aunque para él represente la seguridad que sus hijos merecen.

Ahora, Miguel Bosé enfrenta la recta final de una vida marcada por las luces y las sombras, el aplauso y el vacío. Su regreso a los escenarios es más que una gira; es una prueba de fuego. El público lo espera, siempre ávido de redención y espectáculo. Quizá lo sabe o quizá lo intuye, pero en esta encrucijada, Bosé no se juega solo la voz: se juega la memoria de su propio mito.

Con su próxima gira, el Importante Tour, Miguel Bosé buscará reencontrarse con su público y, quizás, consigo mismo. Será entonces cuando descubramos si su voz, aquel instrumento que lo hizo inmortal, ha sobrevivido al peso de las batallas personales y la enfermedad. Sobre el escenario, el talento del artista tendrá la oportunidad de reivindicarse frente a la leyenda negra que ha ido oscureciendo su figura pública. En el fondo, no serán solo conciertos, sino un juicio donde el público decidirá si Bosé sigue siendo el mito o se ha perdido, irremediablemente, entre las sombras que él mismo ha creado.