Casas Reales
La imagen de Felipe VI santiguándose mientras doña Letizia no lo hace
- Bajo un cielo que parecía contener el aliento de más de 200.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el gesto sencillo del monarca español contrastó con la serena inmovilidad de la reina
- La mirada de Melania Trump, a la salida de la basílica: la primera dama, con guantes de encaje y mantilla
Informalia
En una jornada histórica marcada por la solemnidad y la emoción, el funeral del Papa Francisco ha dejado escenas que ya forman parte de la memoria colectiva. Una de ellas, especialmente comentada, ha sido el momento en que el rey Felipe VI se persignaba con recogimiento, mientras a su lado, doña Letizia, firme en su costumbre, optaba por no santiguarse.
Bajo un cielo que parecía contener el aliento de más de 200.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el gesto sencillo del monarca español contrastó con la serena inmovilidad de la reina. No era la primera vez que se observaba esta diferencia de expresión religiosa entre ambos, pero en un escenario tan cargado de simbolismo, la imagen ha adquirido un significado particular.
Los reyes de España se encontraban ubicados en un lugar de honor, siguiendo el estricto protocolo que distribuyó a los asistentes de acuerdo con el orden alfabético de los países en francés. A su lado, apenas separados por el presidente de Estonia, Alar Karis, se encontraban Donald Trump y Melania Trump, invitados de excepción en una primera fila inicialmente reservada para jefes de Estado y miembros de casas reales.
La disposición causó cierta sorpresa: Donald Trump, cuya presencia había generado dudas hasta el último momento, fue situado en la fila más próxima al altar, junto a líderes como Alexander Stubb, presidente de Finlandia, y el propio Karis, dos firmes aliados de Ucrania en el conflicto contra Rusia. El rey Felipe y la reina Letizia, ubicados muy cerca, compartieron espacio y momento con estos dirigentes en una representación que unía a las principales figuras políticas y monárquicas del mundo.
Poco antes del inicio de la ceremonia, el rey Felipe VI intercambió un breve saludo con el expresidente estadounidense. Un gesto de cortesía entre dos figuras que ya habían coincidido en otros encuentros diplomáticos, en un ambiente cargado de protocolo y expectación.
El funeral, presidido por el cardenal Giovanni Battista Re, se celebró seis días después del fallecimiento de Francisco, quien murió a los 88 años víctima de un derrame cerebral en su residencia del Vaticano. La voluntad del Papa argentino fue respetada hasta el final: tras la misa, su féretro fue trasladado a la basílica romana de Santa María la Mayor para su entierro.
La ceremonia no dejó lugar para la improvisación, pero sí para los pequeños gestos personales. Entre ellos, la señal de la cruz de Felipe VI frente a la ausencia de gesto de la reina Letizia, dos maneras de expresar respeto en un mismo instante de recogimiento. Una imagen discreta, pero cargada de significado, en un día en que la Historia, una vez más, se escribió a golpe de símbolos.