Casas Reales

La vida secreta de Amalia de Holanda en España y los misterios de su estancia


Lucas del Barco

Amalia de Holanda regresó a Madrid esta semana para inaugurar en la Plaza de Oriente un jardín de tulipanes y una placa conmemorativa del acto, como agradecimiento a la capital y a nuestro país por el cariño y la discreción de los que disfrutó en 2023, cuando huía de las amenazas de muerte que recibía de grupos mafiosos ligados al narcotráfico. La princesa, que ahora tiene 21 años, iniciaba entonces sus estudios universitarios en Ámsterdam, donde compartía un apartamento con amigas, pero tuvo que regresar al Palacio Real en La Haya, junto a sus padres, agobiada por las amenazas y las medidas de seguridad que le impedían llevar una vida normal. Fue entonces cuando los reyes y su hija mayor, cuyo español es tan perfecto como el de su madre argentina, decidieron que se trasladara a Madrid como estudiante del Instituto de Empresa. Allí asistía a clases, se examinaba y estudiaba a distancia las asignaturas de Política, Psicología, Derecho y Economía, que había iniciado en Ámsterdam.

La princesa vivió en Madrid de forma casi clandestina, excepto por su más de metro ochenta de altura y sus abrigos de marca, pero ni sus compañeros de curso ni algunos periodistas que sabían que estaba en la capital, donde salía a divertirse con amigos españoles y pasaba fines de semana en el campo en fincas de familias españolas, dijeron una palabra sobre su presencia en la ciudad.

Sus padres, los reyes Guillermo y Máxima, reconocieron tiempo después las circunstancias en las que su hija había tenido que dejar Holanda y dieron las gracias a los reyes Felipe y Letizia por la protección que había tenido su hija mayor. Amalia confesó haber tenido "una vida maravillosa" en España, a donde ha regresado en otras ocasiones, ya que sigue en contacto con sus amistades españolas. Este verano, asistió en Mallorca, junto a sus padres, a la gran fiesta del 18 cumpleaños de la hija de Alberto Cortina y Elena Cué, amiga personal de la reina Máxima.

Esta vez ha vuelto una Amalia diferente a la estudiante española: más estilizada, con una notable pérdida de peso, muy guapa y desempeñando un papel más institucional como heredera al trono. Así inauguró, junto al alcalde de Madrid, este lunes, el jardín de tulipanes, flor que es símbolo de Holanda, y poco después regresó a su país. Pero la princesa llevaba ya tres días en Madrid, donde no se dejó ver en restaurantes, tiendas ni sitios públicos. Su estancia fue de discreción y secretismo absolutos. Amalia fue huésped de unos amigos madrileños con los que pasó el fin de semana en la finca cercana a Madrid de esta familia.

No es la primera vez que Amalia pasa otras mini vacaciones en el campo, como huésped de los padres de compañeros de estudios. También hizo una escapada a las Islas Baleares con un grupo de amigas. Unos fotógrafos captaron imágenes de las jóvenes disfrutando de la playa, pero decidieron no publicarlas para no perjudicar la seguridad de la heredera.