Casas Reales
Pedro Sánchez se distancia de Zarzuela: Paiporta, Notre Dame y la catedral de Valencia evidencian la tensión
- La reapertura de Notre Dame, que debía ser un símbolo de unidad y cooperación, ha puesto de manifiesto las tensiones políticas internas de España. El distanciamiento entre Pedro Sánchez y Felipe VI, alimentado por episodios como el de Paiporta
- Felipe y Letizia, recibidos con aplausos en el funeral por las víctimas de Valencia: "¡Viva el Rey!"
Martín Alegre
La reapertura de la catedral de Notre Dame en París, un símbolo de resiliencia y patrimonio compartido, se convirtió en un escenario donde se hicieron evidentes las fracturas en las relaciones entre Pedro Sánchez y la Casa Real española. Más allá de lo cultural, la ausencia de España en este evento marcó un episodio que revela tensiones políticas latentes y estrategias diplomáticas cuestionables.
El 7 de diciembre, más de cuarenta líderes internacionales, incluyendo a los Reyes de Bélgica, el príncipe de Gales, Donald Trump o Volodímir Zelenski, se dieron cita en París para la ceremonia de reapertura de Notre Dame. En este contexto de alta relevancia geopolítica, la silla vacía de España no pasó desapercibida. Según fuentes diplomáticas, Felipe VI había sido invitado directamente, pero la falta de acompañamiento gubernamental de alto nivel lo dejó en una posición incómoda. Esa circunstancia abre interrogantes sobre la utilidad y conveniencia de ese protocolo según el cual la presencia del jefe de Estado en un evento estaría sujeto a las decisiones del Ejecutivo, de tal modo que si un ministro decide ir al circo con su familia el Monarca español no viaja. Tampoco se ha explicado por qué el Rey no delegó, por ejemplo, en su mujer, su madre o una de sus hijas, siendo un acto perfectamente agendado. Otras fuentes indican que Felipe VI renunció a asistir a París para poder preparar el viaje de Estado a Italia que comienza este martes, y por su apretada agenda: la invitación del Elíseo llegó a Zarzuela con dos semanas de antelación, y el Monarca no consideró el acto como prioritario. Felipe VI este lunes acudió a los funerales por las víctimas de la Dana en la catedral de Valencia y por la mañana estuvo en Segovia por los actos del 550 aniversario de la proclamación al trono de la Reina Isabel la Católica.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, alegó "compromisos familiares" para justificar su inasistencia, una decisión que ha sido duramente criticada tanto dentro como fuera del Gobierno. Sin el respaldo político habitual, el rey decidió no asistir, un gesto interpretado por algunos como una respuesta al creciente distanciamiento con el Ejecutivo.
Paiporta: el detonante del desencuentro
La tensión entre Sánchez y Felipe VI no es nueva, pero el episodio ocurrido en Paiporta, Valencia, parece haber sido un punto de inflexión. Durante su visita, testigos reportaron un evidente desencuentro que cristalizó una relación ya de por sí distante. Aunque los detalles exactos de este incidente no han trascendido del todo, se comenta que marcó un antes y un después en la coordinación entre Zarzuela y Moncloa.
La ausencia en Notre Dame parece ser tal vez una de las consecuencias de este deterioro. La Casa Real ha evitado dar explicaciones, limitándose a señalar que "unas invitaciones se aceptan y otras no". Sin embargo, la falta de representación en un acto de tal magnitud ha sido interpretada como una muestra del aislamiento político al que Pedro Sánchez somete al monarca y o, como mínimo, una falta de consenso entre Moncloa y Zarzuela.
Críticas al Gobierno y sus implicaciones internacionales
La oposición tardó en aprovechar la situación. Alberto Núñez Feijóo calificó la ausencia de "bochornosa", acusando al Gobierno de desatender su responsabilidad en la representación internacional de España. Isabel Díaz Ayuso, por su parte, afirmó que este gesto evidencia un rechazo a las raíces cristianas de Europa y una desconexión con los valores históricos del continente.
En contraste, otras naciones destacaron por su protagonismo. El príncipe Guillermo representó a la Corona británica, mientras que la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, acudió acompañada de importantes figuras políticas de su país. Para los analistas, esta disparidad refuerza la percepción de una política exterior española descoordinada y ausente en momentos clave.
El papel de Urtasun y un nombramiento controvertido
La figura de Ernest Urtasun también ha quedado en el centro del debate. Su ausencia en París y el reciente nombramiento de Álvaro Albacete como embajador en Venezuela han suscitado críticas y sospechas. Albacete, cercano al ministro de Cultura, asume esta responsabilidad en un momento de alta tensión en Caracas, donde las elecciones recientes han intensificado la crisis política.
Aunque su experiencia como diplomático es incuestionable, algunos consideran que este nombramiento evidencia la influencia directa de Urtasun en decisiones clave. Su relación con el ministro se interpreta como un gesto más de las fracturas internas en la política exterior española, que a menudo parece supeditarse a los intereses partidistas que desamueblan la coalición.
¿Un reflejo de la política exterior española?
La ausencia en Notre Dame tiene implicaciones que van más allá de lo simbólico. En un evento que representaba la unidad europea y el compromiso con el patrimonio común, España optó por quedarse al margen. Esto no solo afecta su percepción internacional, sino que también refuerza la narrativa de un país que pierde protagonismo en el escenario global.
A medida que otras naciones consolidan su papel en el panorama internacional, la falta de coordinación entre Moncloa y Zarzuela parece proyectar una imagen de desorganización interna. En un momento en que los gestos diplomáticos son fundamentales para afrontar desafíos comunes, esta división entre las principales instituciones del Estado se perfila como un obstáculo para la proyección de España en el exterior.
La reapertura de Notre Dame, que debía ser un símbolo de unidad y cooperación, ha puesto de manifiesto las tensiones políticas internas de España. El distanciamiento entre Pedro Sánchez y Felipe VI, alimentado por episodios como el de Paiporta, o el de la ausencia de Pedro Sánchez este lunes junto a los Reyes en los funerales de Valencia, adonde envió a la vicepresidenta. Todo evidencia una falta de sintonía que no solo afecta la política interna, sino también la imagen del país en el exterior.
En un mundo cada vez más interconectado, la ausencia española en actos de relevancia internacional como este no es solo una oportunidad perdida, sino una señal preocupante de que las divisiones internas están impactando en el papel de España como actor global. La pregunta ahora es si estas diferencias podrán superarse en un futuro próximo, o si seguirán marcando el rumbo de una política exterior cada vez más errática.