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Mary Donaldson borra a Genoveva ejerciendo de Reina como nunca antes: algo huele a olvido en Dinamarca


Informalia

Los Reyes de Dinamarca atraviesan días de esplendor y diplomacia, con una agenda marcada por la visita oficial del presidente de Egipto, Abdel Fattah El-Sisi, a Copenhague. El punto culminante de esta estancia tuvo lugar el viernes 6 de diciembre, cuando Mary y Federico de Dinamarca organizaron una majestuosa cena de gala en el Palacio de Christiansborg. Este evento, cargado de simbolismo, destacó no solo por la excelencia del protocolo, sino también por un detalle histórico: el estreno de la nueva tiara de la reina Mary, una pieza que encierra siglos de historia y sofisticación.

Una velada real para la diplomacia

El emblemático Palacio de Christiansborg fue testigo de una noche inolvidable en la que los anfitriones recibieron a su distinguido invitado y a más de 160 comensales, entre los que se encontraban miembros de la familia real danesa y altas autoridades políticas. Desde los primeros momentos, la atmósfera quedó impregnada de lujo y tradición, con un aroma a abeto y flores que inundaba las Salas de Representación Real.

El presidente egipcio fue recibido en la imponente Suite Velvet del palacio, donde posó junto a los monarcas minutos antes de que comenzara la cena. Los invitados, posteriormente, ascendieron la Escalera del Rey hasta el Salón de los Caballeros, donde tuvo lugar el banquete.

Durante la recepción, el rey Federico pronunció un discurso en el que resaltó la conexión entre Dinamarca y Egipto, haciendo un guiño a la importancia de las energías renovables: "Las aves migratorias vuelan hacia Egipto en busca de sol y calor, condiciones que no solo benefician a la naturaleza, sino también a la innovación energética." Por su parte, el presidente El-Sisi respondió con unas palabras que fueron seguidas por la interpretación del himno Kong Christian a cargo de la Banda de Música de la Guardia Real.

Mary de Dinamarca deslumbra con un estreno inolvidable

La reina Mary acaparó todas las miradas al lucir un impresionante vestido negro, símbolo indiscutible de elegancia. Con un diseño de mangas largas, cuello alto y detalles metálicos en la parte superior, la prenda realzó la figura de la soberana. Complementó su atuendo con un clutch brillante y zapatos de tacón acharolados, apostando por una sofisticación minimalista que no pasó desapercibida.

Sin embargo, el verdadero protagonista de su estilismo fue la nueva tiara de diamantes, una joya que la propia reina había decidido transformar hace meses. Este accesorio tiene un origen histórico fascinante, ya que los diamantes pertenecieron a la princesa Carlota Amalie, hermana de Cristián VI, y fueron readaptados a partir de un collar datado en 1840. La Casa Real compartió recientemente un vídeo donde se documenta el proceso de creación, con Mary trabajando mano a mano con el joyero Matías Hasbo Dinese.

El resultado es una diadema tipo bandeau que, al conservar parte de su diseño original por motivos patrimoniales, combina modernidad y tradición. Para la cena, Mary recogió su cabello en un moño bajo, permitiendo que la tiara y unos pendientes de brillantes adquiridos en una subasta en Bruun Rasmussen fueran los verdaderos protagonistas.

Una familia real en todo su esplendor

Junto a Mary y Federico, otras figuras de la familia real danesa destacaron por su elegancia y porte. La princesa Marie, cuñada de Federico, sorprendió con un vestido verde de lentejuelas firmado por Jenny Packham, acompañado de su icónica tiara floral y pendientes de diamantes en forma de rombo. Aunque suele aparecer junto a su esposo, el príncipe Joaquín, en esta ocasión acudió sola, dado que él reside en Estados Unidos por compromisos profesionales.

Por otro lado, la princesa Benedicta, siempre fiel a su estilo clásico, eligió la tiara Fringe zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg, la misma que lució en la cena de gala con los reyes de España el año pasado. Su vestido rojo y abrigo de pieles completaron un conjunto que exudaba majestuosidad.

Un legado que eclipsa el pasado

En una noche donde la tradición y la modernidad se encontraron, Mary Donaldson se consolidó como una reina que sabe adaptarse a los tiempos sin perder el peso de la historia que representa. Si bien algunos rumores sobre tensiones familiares, como los que rodean a Genoveva Casanova y Joaquín de Dinamarca, persisten en el aire, la presencia de Mary parece haberlos opacado con una clase y carisma que no admiten distracciones.

Algo queda claro en Dinamarca: Mary no solo ha sabido ejercer como reina, sino que ha conseguido escribir un nuevo capítulo en la historia de los Windsor del norte. Su tiara reluce no solo como un adorno, sino como un símbolo de cómo la elegancia y el compromiso pueden transformar el pasado en un brillante presente.