Casas Reales
El rey Carlos III y el desafío perpetuo de su hermano Andrés: un conflicto que no cesa
- El duque de York se resiste a abandonar la Royal Lodge aunque incumple los acuerdos
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Informalia
Carlos III no consigue desalojar al príncipe Andrés de Royal Lodge. El Rey enfrenta un dilema que ha traspasado los límites del ámbito familiar y amenaza con empañar su reinado. A pesar de las múltiples medidas adoptadas por el monarca, que incluyen recortes económicos y la retirada de su rol institucional, el duque de York se resiste con una estrategia de supervivencia que sorprende a todos.
Un intento de limpieza institucional
Tras la muerte de Isabel II, Carlos III vio una oportunidad única para llevar a cabo su visión de modernizar y limpiar la imagen de la Corona. En este plan, Andrés, envuelto en el escándalo Epstein y señalado por su comportamiento cuestionable, no tenía cabida. La primera medida fue destituirlo de sus deberes reales, seguida de la retirada de su escolta y su asignación anual superior al millón de euros.
El golpe más contundente llegó con la presión para que abandonara Royal Lodge, una mansión de 30 habitaciones valorada en 30 millones de euros. El objetivo era que se mudara a Frogmore Cottage, una propiedad más modesta, previamente habitada por los duques de Sussex. Sin embargo, Andrés ha encontrado formas de mantenerse firme en su residencia, a pesar de las adversidades financieras.
El misterio de los fondos de Andrés
Según The Times, Andrés ha conseguido convencer a las autoridades financieras del Palacio de Buckingham de que posee los recursos necesarios para permanecer en Royal Lodge. Aunque el origen de estos fondos es desconocido, su aprobación por Michael Stevens, guardián del tesoro privado, ha supuesto un obstáculo más para los planes de Carlos III.
Además de los costos habituales de mantenimiento, Andrés tiene la obligación contractual de renovar la propiedad cada cinco años, algo que no ha cumplido en décadas. Este incumplimiento ha provocado un notable deterioro de la fachada de la mansión, una situación que irrita profundamente al rey, quien desea convertir Royal Lodge en un símbolo renovado de la modernidad y el compromiso ambiental de la monarquía.
Una batalla emocional y simbólica
Royal Lodge no es solo una casa para Andrés; es el último vestigio de un pasado en el que gozaba de prestigio y favoritismo por parte de su madre, Isabel II. Incluso después de su divorcio en 1996, Andrés ha compartido esta residencia con Sarah Ferguson, lo que añade un componente peculiar a esta disputa familiar. Para Carlos III, la presencia de su hermano en Royal Lodge representa un recordatorio constante de los escándalos que han salpicado a la familia real. Para Andrés, en cambio, abandonar la propiedad sería aceptar su caída definitiva del estatus que alguna vez tuvo.
Este conflicto va más allá de una disputa por una propiedad. Representa la lucha de Carlos III por consolidar su visión de la monarquía frente a la resistencia de un hermano que se aferra a su pasado. Aunque el rey ha logrado importantes avances en su misión de modernizar la institución, el caso de Andrés sigue siendo una espina en su reinado.
La pregunta que persiste es cuánto tiempo podrá Andrés sostener su posición y si el rey Carlos III encontrará una solución definitiva a este delicado desafío familiar. Lo que está claro es que, por ahora, Royal Lodge seguirá siendo el epicentro de esta tensa batalla.