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Meghan Markle versus Wallis Simpson: jaque a la corona británica


    Lola Gambau

    84 años después, los cimientos de Buckingham han vuelto a temblar. La decisión de Enrique de Inglaterra, sexto en la línea de sucesión, de abandonar la vida oficial para vivir gran parte del año en Canadá, con su mujer Meghan Markle y el hijo de ambos, se asemeja a la que en 1936 tomó Eduardo VIII cuando abdicó para casarse con la socialité Wallis Simpson (dos veces divorciada). La decisión de Eduardo VIII nunca contó con el apoyo de la familia real y Wallis fue demonizada, igual que ahora Meghan. Y en ese ambiente es donde creció precisamente la reina Isabel, entonces una niña.

    ¿Qué pasa cuando las consortes son mujeres?

    Casualmente, las vidas privadas de Eduardo VIII y Simpson fueron plasmadas en la tercera temporada de la serie The Crown, emitida en Netflix. ¿Por qué en ambos casos echan la culpa a las mujeres? ¿Será que los príncipes británicos tienen menos personalidad que sus parejas o hay razones más oscuras? Bien es cierto que la retirada de Harry y Meghan no se puede equiparar a Eduardo VIII, ya que el príncipe, al fin y al cabo, no es rey y ocupa 'tan solo' el sexto puesto en la línea de sucesión. Pero para algunos expertos en realeza, tanto Meghan como Wallis son estadounidenses, divorciadas y tienen fuerte personalidad. Detrás de todo eso hay también enormes repercusiones para el futuro de la monarquía británica.

    Sea como sea, desde que en mayo de 2018 el príncipe Enrique contrajo matrimonio con Meghan Markle, la prensa británica comparó a la duquesa de Sussex con la de Windsor, Wallis Simpson (1896-1986), otra famosa estadounidense y divorciada que entró a formar parte de la familia real al casarse con el que hasta entonces había sido el rey de Inglaterra, Eduardo VIII.

    Aquello fue uno de los mayores escándalos de la primera mitad del siglo XX. Era el año de 1936, y a 325 días de haber ascendido al trono del Reino Unido (antes de ser coronado), el rey Eduardo VIII leyó su renuncia en directo en la BBC de Londres. El monarca se había enamorado de Wallis Simpson, una socialité de Pensilvania, Estados Unidos, dos veces divorciada. La propuesta de matrimonio ya había desatado una profunda crisis, ya que el Parlamento británico no la aceptó. Entonces, Eduardo VIII optó por seguir el camino del amor y elegir a Wallis Simpson abdicando al trono. Eduardo VIII se había convertido en rey después de la muerte de su padre, Jorge V y se le conocía como el duque de Windsor. Le sucedió su hermano menor, Jorge VI, el padre de la actual reina, Isabel II.

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    A Meghan y a Wallis les une el tema del divorcio. Pero Meghan, antigua actriz y divorciada del productor Thomas Engelson, fue acogida, en principio, con calidez en el seno de la realeza. Incluso recibió el saludo, indirecto, de la reina en su discurso navideño a la nación. Por el contrario, cuando el rey Eduardo VIII dijo que era incapaz de reinar sin "el respaldo de la mujer a la que quiero" -como detalló en su discurso de abdicación- la familia real condenó al ostracismo a la pareja. Se vio obligada a deambular por el mundo -París, Nueva York, las Bahamas o el sur de Francia-, sin que el Gobierno británico hiciera caso alguno a las súplicas del duque con las que mendigaba un empleo medianamente útil. Aunque la decisión de abdicar fue cosa de Eduardo y de nadie más –"no se puede ser más imbécil", le espetó su futura esposa cuando el rey le reveló su decisión-, Wallis Simpson fue señalada como la culpable. La madre de Eduardo VIII creía que Simpson era "una mala pécora" que había engatusado a su hijo; el Gobierno sospechaba que era espía de los nazis; y en la alta sociedad corría el rumor de que había seducido al soberano con exóticas técnicas sexuales aprendidas en Hong Kong y Shanghái.

    Las dos norteamericanas conocieron a sus futuros maridos reales a los 34 años. Ninguna tenía ni idea entonces de cómo funcionaba la familia real… ni el país que iba a modelar sus existencias. En la entrevista que concedió al hacerse público el compromiso, Meghan reconoció que no sabía mucho del príncipe antes de salir con él por primera vez en julio de 2016. Por esa época pusieron a prueba sus conocimientos sobre el Reino Unido en una televisión canadiense y no tuvo empacho en reconocer que era incapaz de identificar los animales representativos de Inglaterra, Gales y Escocia (león, dragón y unicornio). Y puso cara de sorpresa cuando le preguntaron por el significado de la expresión apples and pears en el argot londinense (respuesta: "escaleras").

    El Megxit

    La descripción hecha por Wallis de su primer encuentro con el príncipe de Gales en una fiesta en 1931 se ha hecho famosa. Según su autobiografía, Eduardo quiso romper el hielo mencionando el fastidio que la falta de calefacción en las mansiones rurales inglesas solía provocar entre los visitantes estadounidenses. La respuesta fue fulminante: "Señor, acaba de decepcionarme. Es la misma pregunta que se hace a todas las americanas. Esperaba que el príncipe de Gales viniera con algo más original". Unos cuantos decenios después, el príncipe Harry ha reconocido que se vio obligado a mejorar sus dotes de conversador tras conocer a Meghan. A primera vista parece una chica californiana poco complicada, pero detrás de esa fachada se esconde una mujer con éxito profesional, que puede llegar a ser fría y acerada y con un perfil solidario, que ha llegado a participar en un foro sobre las mujeres organizado por la ONU.

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    En el caso de Enrique y Meghan, en el Reino Unido se ha acuñado un claro guiño al término "Brexit", como se conoce al proceso de salida del país de la Unión Europea: el "Megxit". Puede parecer un divertido e ingenioso juego de palabras, sin embargo, también refleja una predisposición, no siempre bienintencionada, a responsabilizar a Meghan Markle de una decisión que los propios protagonistas subrayaron que se tomó en pareja.

    Entre las voces de quienes culpan a Meghan de una decisión que, opinan, es perjudicial para la Casa Real británica, destaca la del periodista Piers Morgan, que no tardó en publicar el siguiente tuit: "Lo que Meghan quiere, Meghan lo consigue". Y añadió: "¿Quién demonios se creen que son?" El periodista británico pasa a señalar directamente a Meghan Markle como responsable de la situación actual y no escatima en palabras para expresar su desagrado hacia la ex actriz estadounidense.

    Otra de las controvertidas publicaciones contra Meghan Markle ha sido una viñeta. El dibujo muestra a una mujer que blande un látigo y hunde su zapato de tacón sobre la espalda de un hombre a cuatro patas. Cada una de las figuras tiene las cabezas superpuestas de Meghan y Harry. La imagen está acompañada de una frase particularmente ofensiva en la que se tacha al príncipe Harry de pusilánime.

    Como escribía hace pocos meses el periodista de la BBC Andrey Kozenko, "los tabloides británicos recibieron a Meghan hace dos años con gran simpatía, pero ahora la atacan en todo momento". "La juzgan por todo, desde sus costosas reparaciones domésticas, hasta su apariencia, comportamiento en actos sociales o sus declaraciones públicas".

    Algo distinto les ocurrió a Wallis Simpson y Eduardo VIII, pero el fondo de la polémica es idéntico. La pareja se casó el 3 de junio de 1937 en el Chateaux de Tours, en Francia, sin la presencia de la demás familia real británica. La prensa indicó que la influencia nociva de Wallis Simpson logró que su marido renunciara al trono y se creará otra especie de corte paralela. Al menos, en los circuitos internacionales de la jet set eran tratados como los "duques de Windsor", aunque tiempo después se exiliaron a París, en su casa de Bois de Boulogne. Curiosamente los duques de Sussex se mudaron el año pasado a Frogmore House, a 35 kilómetros de Londres, la casa donde precisamente está enterrada la polémica duquesa de Windsor y en la cual gastaron 2,4 millones de libras del dinero de los contribuyentes para renovarla, aunque ahora parece que no van a habitarla. Incluso, se culpa a Meghan Markle de lo mismo que un su día se achacó a Wallis Simpson: de estar minando con sus polémicas a la casa real.

    Racismo y misoginia de por medio

    Otra comparación, esta vez por opuesta, entre Meghan y Wallis: La familia de Wallis hizo fortuna gracias a la esclavitud. La madre de Meghan tuvo que soportar que la insultaran "¡negra de mierda!". En lo referente a la cuestión racial, Meghan ha hablado con franqueza; ha recordado que, cuando era pequeña, la gente confundía a su madre "de pigmentación morena" con su niñera. También ha contado que en su época de actriz "no me consideraban lo bastante negra para los papeles de mujeres negras ni lo bastante blanca para los papeles de blancas. Estaba en el medio, como un camaleón étnico que no terminaba de encontrar trabajo". No obstante, terminó por descollar como estudiante de Relaciones Internacionales en la prestigiosa Northwestern University y como actriz.

    Ese continuo enfoque en Meghan, divorciada, autodeclarada feminista y de ascendencia afroestadounidense, ha hecho que algunas personas vean un sesgo racista y misógino en el trato que se le da a la duquesa. También ha evidenciado las tensiones con la prensa británica, en su mayoría conservadora y mucha de ella sensacionalista, a la que la pareja acusa de un tratamiento misógino y racista contra Meghan, de padre blanco y madre afroamericana. Meghan ha estado en el ojo del huracán desde prácticamente el momento que puso su pie en palacio. La boda ya estuvo rodeada de polémica por la sonada ausencia de su padre, el supuesto rifirrafe que tuvo con la monarca a la hora de elegir la tiara y la primera discusión con su cuñada, Kate, por una prueba de vestido de las damas de honor, donde estaba la pequeña Charlotte.

    A la actriz la culpan del distanciamiento que ha tenido su marido con su hermano. También de las dimisiones de varios de sus asesores y secretarios por un supuesto carácter complejo de una mujer que "manda a sus trabajadores textos al móvil a las 5 de la mañana, cuando se levanta a practicar yoga". Si en los Windsor la caza es una tradición milenaria, a la duquesa de Sussex la acusan de que su esposo haya agachado la cabeza para complacerla. En el 2018, el príncipe ya no acudió a la tradicional caza del urogallo en el castillo de Balmoral, en Escocia. Según el tabloide Express, la reina Isabel II se disgustó mucho con Meghan al enterarse que quiere alimentar a su hijo Archie a base de una dieta vegana, en vez de hacerlo con la cocina tradicional inglesa. Tampoco vio con buenos ojos sus desplazamientos en aviones privados que suponen un aumento de la contaminación atmosférica cuando los Windsor se catalogan a sí mismos como ecologistas. El broche de oro llegó el pasado mes de octubre, cuando la pareja demandó a tres tabloides y se abrió por completo en un documental con ITV durante su viaje a Sudáfrica denunciando el acoso mediático.

    Aunque también hay quien la defiende. "Hablan de sus artimañas femeninas como si estuviera enredada en oscuras artes y extravagantes conjuros de amor", escribe la periodista Katie Byrne en el diario Irish Independent. "Las mujeres que se mantienen al lado de sus hombres, y no detrás, parecen ser sinónimo de problemas, y por eso la cacería de brujas contra Meghan Markle es tan exasperante como inevitable", concluye Byrne.

    Incógnitas económicas que se plantean

    Detrás de la decisión que han tomado los duques de Sussex hay muchos intereses económicos que se han visto truncados . Cuando Enrique y Meghan anunciaron su compromiso de boda en noviembre de 2017, la pareja se convirtió en el mejor filón para dar al encorsetado palacio de Buckingham. Él era el príncipe rebelde y popular al que pueblo siempre le ha perdonado todo. Ella, la actriz, divorciada, tres años mayor que su prometido, de madre afroamericana, que aportaba a partes iguales aire fresco y glamour. Pero la iniciativa de los Sussex de desmarcarse de la Casa Real supone una pérdida para "La Firma", como se conoce a la monarquía británica por su funcionamiento empresarial, que planeaba aprovechar su tirón popular.

    Ahora se plantean numerosas preguntas ante el futuro de Enrique y Meghan. Primero a nivel de seguridad: ¿Van a seguir necesitando escolta? Segundo a nivel económico: ¿Un trabajo en una ONG les va a dar suficiente recursos para mantener una familia y vivir entre dos países de diferentes continentes? Según Celia Meza, de La Razón, Harry y Meghan tienen unos "ahorros" de los que podrían vivir. El patrimonio neto del príncipe se estima en alrededor de 30 millones de libras (35,4 millones de euros), de los cuales 20 millones heredó de su madre Lady Di y 7 millones de su bisabuela, la "Reina Madre". Mientras que Meghan tiene un patrimonio neto de alrededor de 4 millones de libras (4,72 millones de euros), habiendo ganado 40.000 (47.200 euros) por episodio en serie Suits. Ganando 150.000 libras (177.000 eruos) por aparición en películas y colaboraciones de moda. Además, su blog Tig se valoraba en 60.000 libras (70.800 euros) al año. Cuando cerró sus cuentas de Internet, en noviembre pasado, Markle tenía ya tres millones de seguidores solo en Instagram.

    Enrique, sólo ante el peligro

    De momento, Megan ha volado de regresó a Canadá nada más estallar la crisis, dejando al príncipe Enrique solo en Londres afrontando la ira de la reina Isabel por su decisión de abandonar la vida oficial sin haberlo comunicado previamente. La Casa Real expresó este miércoles su disgusto y "decepción" por la decisión de los Sussex de anunciar sus intenciones de manera tan precipitada, pero la BBC señala ahora que la prisa pudo deberse a que el diario The Sun revelaba ese día que la pareja planeaba mudarse a Canadá. Parece ser que cuando Enrique planteó sus deseos, se les rogó a él y a su esposa que retrasaran el anuncio de sus planes, pero se enteraron que habían renunciado mientras veían las noticias de la noche en la televisión. El príncipe Carlos y el príncipe Guillermo solo obtuvieron una copia de la declaración diez minutos antes de que se publicara en su web. Es más, ha trascendido que los consejeros de los duques de Sussex recomendaron a la pareja que no emitieran ya el comunicado, que esperaran a negociar con la reina los términos de su nueva vida, pero estos desoyeron esta petición. Este movimiento vendría a confirmar que la relación de los hijos de Diana de Gales está casi rota, que todo comenzó cuando Guillermo le pidió que fuera despacio en su relación con Meghan y que las dos parejas no se entendían ni en los profesional ni en los personal. De ahí que decidieran dividir sus oficinas y las fundaciones para las que trabajaban.

    Los duques de Sussex, en su comunicado, explicaban que quería ganar dinero profesionalmente pero también seguir "apoyando a la Reina" con viajes y labores de representación, lo que implicará un cambio en su estatus y su financiación para evitar conflictos de intereses. La reina Isabel habría afrontado esta crisis desde Sandringhan, donde ha pasado la Navidad. El príncipe Carlos, padre de Enrique, en su casa escocesa en Birkhall y Guillermo, su hermano y heredero al trono, en el Palacio de Kensington, donde celebraron el 38 cumpleaños de Kate Middleton. Pero ya se sabe que para la actual soberana, el compromiso con la Corona es algo vitalicio a lo que jamás se puede renunciar. De ahí que para ella, la decisión ahora de su nieto haya supuesto una auténtica "decepción". Además, el príncipe Carlos, contaba con que sus hijos, Guillermo y Enrique, le echaran una mano. Los actos públicos protagonizados por Guillermo-Kate y Enrique-Meghan siempre han sido un éxito. Se les llegó a bautizar como los Fab Four (los Fabulosos Cuatro). Pero la estampida ahora de los Sussex deja a la monarquía y la nueva imagen de Casa Real que estaba ideando el heredero completamente coja.

    Al parecer, la duquesa de Sussex se ha alejado de la controversia, de mutuo acuerdo con su esposo y se ha reunido con su hijo Archie que se había quedado en Toronto al cuidado de una niñera, según el Daily Mail. En Canadá es donde la duquesa de Sussex residió muchos años cuando rodaba la serie Suits y donde el príncipe la visitaba en los inicios de su relación. Markle pasó solo tres días en el Reino Unido, después de que la pareja y Archie disfrutaran de un descanso de seis semanas en el extranjero. Se espera que Enrique regrese a Canadá también, pero tiene un compromiso oficial en el palacio de Buckingham el próximo jueves que, de momento, no ha sido suspendido.