La celebración de la Copa del Mundo supone un capítulo más de la larga lista de grandes campeonatos que se han organizado en nuestro país en los últimos años. España es, de hecho, uno de los mercados más activos de Industria de la organización de eventos deportivos, como puede comprobarse a la vista del elevado número de torneos internacionales de diferentes disciplinas deportivas que ha desarrollado en los últimos 20 años. Sólo en lo referente a campeonatos del mundo de las modalidades deportivas más destacadas España ha organizado seis en este período de tiempo, que serán ocho cuando acabe 2014. Esto significa que cada dos años y medio aproximadamente se disputa un Mundial de alguna disciplina mayoritaria en nuestro país.
En 1997, y quizás para aprovechar el tirón mediático experimentaba el ciclismo con la eclosión de Miguel Induráin, San Sebastián se convirtió en la sede del campenato del mundo de ciclismo en pista. Este torneo regresó a las carreteras españolas en 2005, con Madrid como sede, y volverá a hacerlo entre el 21 y el 28 de septiembre de este mismo año en Ponferrada.
En 1999 el Estadio Olímpico de La Cartuja, construido para la candidatura sevillana a los Juegos Olímpicos de 2004, acogió el primer y, hasta la fecha, único Mundial de atletismo que se ha disputado en España, que fue hasta el celebrado en Moscú el año pasado el que contó con el mayor número de países participantes.
La natación es otro de los deportes que han hecho escala en el mercado español con motivo de un campeonato del mundo. Y por partida doble. En 2003 en el Palau Sant Jordi de Barcelona se instaló una piscina provisional donde se disputó el Mundial de natación. Diez años después se volvió a repetir lo mismo en el mismo escenario y con la misma infraestructura, pasando a la historia como el campeonato mundial en el que saltaron a la piscina más nadadores de la historia: un total de 2.293.
También en 2013 se disputó en España otro campeonato del mundo, en este caso de balonmano, un deporte en el que nuestro país es una de las grandes potencias. La Selección nacional cuenta con dos títulos en sus vitrinas: el ganado en el Mundial de 2005 en Túnez y el disputado el año pasado que movilizó a seis ciudades: Madrid, Barcelona, Guadalajara, Zaragoza, Granollers y Sevilla.
Golf, tenis, motos y barcos
A estas citas se le suma ahora la Copa del Mundo de baloncesto y el citado Mundial de ciclismo en pista en Ponferrada, que completan la amplia oferta de campeonatos del mundo que han sido organizados en nuestro país. Pero no son los únicos. En lo que respecta a torneos continentales España también tiene una extensa experiencia organizativa, a través del Eurobasket de 2007, el campeonato de Europa de atletismo de 2010 o el Europeo de balonmano de 1996. Y si se abre el abanico a otras disciplinas deportivas que, pese a carecer de un torneo mundial tipificado como tal, cuentan con diversas competiciones que están consideradas como las más potentes desde el punto de vista de su carácter global, el escenario resultante es aún mayor.
Así, por ejemplo, en el circuito internacional de golf el club de Valderrama en Sotogrande acogió la Ryder Cup de 1997. Este torneo enfrenta a los mejores golfistas del continente europeo contra los mejores de Estados Unidos y despierta un gran impacto mediático y económico. En el terreno del tenis España también se ha convertido en una referencia como organizadora de la final de la Copa Davis. Desde el año 2000 en nuestro país se han celebrado cuatro finales de este torneo, que hace las veces de campeonato del mundo por países.
En el mundo del motor España también destaca como el país con más circuitos integrados en el calendario del Campeonato del Mundo de Motociclismo: Jerez, Montmeló, Cheste y Alcañiz. Y en Fórmula Uno Barcelona y Valencia llevan años recibiendo a los monoplazas puntualmente cada temporada. Otro de los grandes eventos deportivos a nivel mundial que han pasado por nuestro país es la Copa América de vela, que en 2007 y 2010 se disputó en Valencia.
Cómo se rentabilizan
No todos estos eventos han tenido una alta rentabilidad desde el punto de vista del retorno de la inversión, llegando a ser deficitarios en algún caso tras construir infraestructuras de bajo uso una vez finalizada la competición. Sin embargo, para la mayoría de las ciudades que los han acogido han resultado rentables desde el punto de vista del consumo generado por los aficionados visitantes, la mejora de las comunicaciones y la oferta turística, la inyección de gasto publicitario, la promoción como destino y el fomento de la práctica deportiva por parte de sus habitantes. El sector empresarial también ha visto con buenos ojos los retornos en términos de notoriedad e impacto de marca que proporciona el deporte.
